
Mecánica Nacional, esa comedia que nos hizo risibles al ver nuestras taras heredadas, puede ser escuela o botón que remiende costales por donde el dinero se convierte en arena. Si los diputados nos representan, algo deben tener de nosotros:
“Qué poca, ma… nera de cumplir. Pobre país. ¿Cómo vamos a progresar y desarrollarnos con tipos como ustedes? Sin responsabilidá, sin decencia, sin…” (Habla el personaje que encarnó Manolo Fábregas, un talachero llamado Eufemio).
Aunque es un cabrón bien hecho, delante de su madre, como buen mexicano, Eufemio se quiebra. Sara García encarna a ese bitoque quejumbroso de doña Lolita, la abuelita necia que se muere por una indigestión: “Pa cuidar la casa, sí soy buena, y pa criar a estas malcriadas. Pero que de sale algo bonito: ‘Ahí que se quede con la gata, la mmmm.. vieja.”
Hasta parece sesión de legisladores en comisiones cuando se rifan el titipuchal de viajes… perdón: de comisiones. Unos se enojan, otros renuncian, otros se sienten y al final todos van sobre el mismo erario, perdón: sobre el mismo coche. Y saludos, desde aquí abajo, a los muertos que actuaron en Mecánica Nacional y a los vivos, pues que vivan muchos años y el cine que también les tocó vivir. A qué doña Lolita, vieja zorra, ella quería que la llevaran donde sobra la comida y hay chisme. Y como dicen en mi pueblo: “Se iba a morir de una pedorrera cuata, verdad de Dios.”