jueves, enero 05, 2006

Niño déjese ahí; en recuerdo de Haro


Hacia los primeros años de la década de los noventa, los jóvenes que habitaban la ciudad de Guadalajara vieron el surgimiento de un grupo que para entonces proponía una alternativa muy diferente en los gustos musicales. El género era una especie de rock alternativo, en “nuestro idioma” —ya en España la oleada de los años ochenta se había encargado de afianzar el gusto por un género norteamericano, pero en español— y lo interesante no era el experimento sino el contenido de las letras. Porque si a experimentos vamos, la generación latinoamericana de los sesenta también tenía lo suyo. El nombre de aquella agrupación era El personal.
Fueron pocos los materiales discográficos que llegaron a lanzar al público, entre ellos el álbum “No me hallo y algo más”. Pero el artífice de todo ello era Julio Haro, un talento que apuntalaba a lograr una carrera de verdad en cuanto a expresiones artísticas se refería; pues era responsable del grupo musical, de programas de radio, de algunas tiras cómicas y de todo lo que fuera irreverente. Sus coetáneos tapatíos llegaron a decir que lo interesante de Haro era que lograba: “Hacer de lo pendejo algo muy chistoso” y es que irrumpe en la vida pública cuando empieza la efervescencia de un singular par, los dibujantes Jis (José Ignacio Solórzano) y Trino (Trinidad Camacho), también habitantes de la gran provincia que es Guadalajara; otros dos tipos de mucho cuidado que hacia finales de los ochenta conquistaron al público mexicano con su historieta “El Santos contra la Tetona Mendoza”, que se publicaba en el periódico La Jornada.
Con ritmos que suenan al génesis de agrupaciones como La maldita vecindad y Café Tacuba —o quién fue primero, el huevo o la gallina— el álbum “No me hallo y algo más” abre con la canción “Niño déjese ahí”. Se trata de una muy desenfadada letra que se refiere al tópico de la masturbación, masculina, por supuesto. Allí Haro previene de males a los que puede llevar, al típico adolescente, una incesante práctica del placer solitario: desde que puede aparecer el Coco hasta quedarse loco, no sin olvidar la futura pelambre en las manos. Y si el tratamiento medio chabacano de temas como estos aún causan cierto malestar o indignación entre algunos sectores de la sociedad mexicana, imaginen quince años atrás, cuando era inadmisible que cuestiones así fueran ventiladas públicamente.
Alfredo Guerrero contribuye con una lista necesaria para no olvidarse de este personaje de la cultura urbana y la trasgresión sexual: “...el humorista gráfico impulsor de la revista Galimatías que publicaba sus ‘Prosopopeyas eclécticas’ en el unomásuno, el Beto Boop autor de las atrevidísimas —para su tiempo— ‘Aventuras de Gay Lussac’ (azote de los bugas proclives); el irreverente locutor que ponía a su imaginado público radiofónico en el predicamento de votar en favor o en contra de la existencia de dios en espacios tan recortados como ‘Ruta 41’, el programa donde se ponían de manifiesto las inclinaciones homoeróticas de la urbe o ‘El festín de los marranos’: hito de la radio, chispazo cultural, casa de la risa loca, necesidad social, emergencia de las asociaciones libres, lugar común sin límites. O, y con ese nos quedamos, el nostálgico vocalista y letrista, autor y creador de todos los numeritos de la memorable banda El Personal, pionera del boom rockero de México”.
Julio Haro murió en 1992. Total, había escrito en la canción “No me hallo” que no estaba incluido en el directorio telefónico, en la enciclopedia, en el padrón electoral ni en la filosofía oriental . Por más que le hacía no se hallaba, porque al no gustarle ni la Gloria ni el Infierno, no sabía lo que quería. Y probablemente se ha convertido en sujeto de culto para la generación a la que estaba más ligado y nos llega por transmisión a quienes pretendemos entender los hilos de la creación “no oficial” que bien pudo haber sido. ¿O está en el Index de las cofradías del reproche porque murió víctima del Sida o simplemente se ha quedado en el cajón de algunos recuerdos porque lo que llegó después ya fue el chiste fácil?