miércoles, septiembre 07, 2005

Sangre en la página


Las campañas políticas siempre giran en torno de temas económicos, crisis, devaluaciones, precio de servicios, salarios, empleo, impuestos, comercio y otras variantes. Y aunque prevalece el discurso sobre los dineros; el tema de la seguridad pública también acapara micrófonos y opiniones; la violencia ocupa un lugar importante en nuestra sociedad, pero habrá de cuestionarse acerca de su incremento y si este corresponde en comparación al crecimiento generacional o es un mero signo de principios del convulso siglo.
Parece que es discurso sencillo achacar a la crisis y mencionar la existencia de acciones que se contraponen a la ley o lo natural son causas lógicas que determinan el curso de los hechos violentos. Es verdad que el hambre puede obligar a algunos a efectuar acciones terribles, desde el robo hasta el asesinato. Entonces, ¿seguridad social como tema de campaña?
Vamos con un hecho, la nota roja o policíaca. Es una sección que está posicionada en algunos sectores, pero tal espacio se reserva, en el noventa por ciento de los casos, para informar de sucesos donde ha sido necesaria la intervención de los cuerpos de policía; medios de control con poder legal constituido e irrefutable.
Algo muy diferente es cuando la noticia policíaca exige un “pase” a la primera plana. En tal caso, no se informa de choques, violaciones o robos cometidos en barriada. La diferencia estriba en que estas noticias se ubican en primera plana en razón de que los inmiscuidos en ella poseen carácter institucional o social; esto no significa “despegar” la condición humana de nadie; candidatos y tablajeros sangran; pero quizá el nivel de institucional es lo que permite valorar la acción de los procesos sociales no marginados; los que tienen una carácter de público.
En estas circunstancias, el crimen intentado o consumado del político, ejecutivo o famoso no se traduce como violencia para afectar a una sola persona. El acto pasa de la “embriaguez pasional” a lo premeditado en el campo de la acción política, comprendida como el conjunto de acciones que pretenden lograr el poder y conservarlo; el poder así toma el sitio de la capacidad de acatar decisiones que determinan los procesos a seguir. Y entre los poderosos el método que pudiera servir para resolver las divergencias pudiera ser desde la diplomacia hasta la violencia misma. Es una prueba humana que cuando hay poder de por medio, lo que no se arregla con palabra se endereza con golpes.
Si damos por hecho el que el poder acarrea conflictos, allí se encuentra una de las ventajas y trampas de la política: las decisiones no siempre favorecen a todos. Entonces viene a colación la idea de beneficio común.
Maquiavelo ofrece un pequeño muestrario en el El príncipe: "Porque quien llega a ser señor de una ciudad acostumbrada a vivir libre y no la deshace, no tiene sino esperar a ser deshecho por ella, aunque invocará, siempre para rebelarse, el nombre de la libertad y el orden antiguo, y estas cosas no se olvidan jamás, por más tiempo que pase, ni por más beneficios que se concedan.”