viernes, octubre 21, 2005

La familia Burrón


En la cultura gráfica de nuestro país existen personajes de historieta que se han convertido en la referencia picaresca de la iconografía popular. Surgen de una gran familia capitalina, el mural de las clases pujantes de la ciudad de México: los Burrón.
La pluma y el ingenio del dibujante Gabriel Vargas inicia su versión sobre el enriquecimiento de las clases que gracias a la revolución inician la trepada social. La población de las urbes mexicanas a partir de 1950 se constituye con la migración de las familias campiranas que, gracias a la incipiente industrialización del país deciden emigrar para encontrar mejor suerte o bien la hacinación en gigantes vecindades que de nuevo, conferirían a la Ciudad de los Palacios la referencia como un sitio donde convive lo mejor y lo peor.
Un reflejo de aquella realidad lo representaron las historietas. Estos materiales encuentran a un público alfabetizado (no “ilustrado”) que adquiere aquellas propuestas en una sociedad que sólo tenía como escapes el teatro de revista, las carpas y la floreciente industria de la cinematografía nacional. Cómicos como Tin-Tan, Adalberto Martínez “Resortes” y Mario Moreno “Cantinflas” hacen los divertimentos populares. A la vez que se mofan de las intenciones clasemedieras por americanizar sus usos y costumbres, reproducen un lenguaje característico de la capital del país. La historia de la vida cotidiana pasa a la inmortalidad con el trabajo pujante de los cómicos. Y en la gráfica irrumpe con éxito la historieta de Gabriel Vargas...
No se sabe a ciencia cierta el sitio populoso donde está el callejón del Cuajo, lugar en que se ubica la vecindad donde conviven y hacen miles de peripecias los burrones: Regino Burrón (peluquero de El rizo de oro, un negocito de barriada donde no se paran ni las moscas); Borola Tacuche (una esquelética mujer que en mejores tiempos fue gente de teatro y una aristócrata venida a menos) y sus hijos, Regino y Macuca, aunado el niño que llega como adopción: Fóforo. Y como en toda familia, Wilson es un perro que no falta. Pero el ingenio de Gabriel Vargas suma a otros personajes, tanto de la alcurnia capitalina como del campo o las barriadas miserables. Desde los Tinoco, familia de regenteada por un rico industrial, don Titino; hasta el eternamente beodo Susano Cantarranas, cuya esposa, la Bella Chuy, lo acompaña en las malas y las peores y claro, a las pulquerías ubicadas en la zona de El Lodazal.
La familia Burrón se convirtió en una historieta de circulación nacional y sus lectores vieron siempre con la simpatía de la burla mexicana las ocurrencias y locuacidades de Borola Tachuche, la clásica metiche que siempre tiene una solución para arreglar el mundo. Resulte o no, Borola ha edificado rascacielos de tablas y cartón para alojar a las familias echadas a la calle por los caseros hasta ser una cazadora furtiva en el zoológico de Chapultepec: mataba paquidernos, pues con tanta carne podían vivir días y días familias enteras. Claro, unas veces terminaba en el “exilio” y otras en la cárcel.