viernes, junio 15, 2007

Corrido de la escuela Churchill

Foto: Isa

El asesinato a la profesora que despachaba como directora del área preescolar de la escuela Churchill, ocurrido la mañana del miércoles en la ciudad de México, no revela los índices delictivos en la temida ciudad. El agresor no se dedicaba a robar automóviles o asaltaba borrachos a la salida de los centros nocturnos y por lo tanto, no se incluye en alguno de los rubros donde se ubica a los criminales. Se trata de un abogado penalista con la vida un poco desmadrada: divorciado con dolor (también existen los casos contrarios), adicto al consumo de cocaína y alega su defensor, hermano del aún “presunto homicida”, que en tratamiento psiquiátrico.

Y como en este país uno es “presunto” (que se presume, se sospecha o se supone que ha hecho alguna cosa) hasta que se demuestre lo contrario. Qué curioso, aquí sí cuentan los testigos, pero hasta la resolución del juez, se declara la culpabilidad o inocencia del implicado. El caso servirá para medir la “calidad de la melcocha” del sistema Judicial mexicano. Primero, para que se decida el retiro de la etiqueta de “presunto” y después, para ver hasta dónde llega el estira y afloja en el dictamen sobre la salud mental de Marcelo Fernando Martínez González. Hasta el momento, aunque está a disposición de las autoridades correspondientes, es un presunto que probablemente sufría ataques depresivos o múltiples personalidades o sólo falta que aleguen el tan ahora socorrido “trastorno bipolar”. Ahora resulta, ¿no?

La pistola con que el agresor tiró a su víctima (que con todo el respeto que merece ¿será “presunto” cadáver?), alega él, se disparó solita. Caray, ni que fuera aparato de supernintendo o el play-station, que funcionan con solo respirar cerca de ellos. Y no es por jerarquizar la información policíaca, o ensalzar un género periodístico que ya por sí tiene a miles de lectores… es que el asesinato pone el debate sobre la mesa. Le voy a transcribir tres párrafos de la nota que publicó ayer, jueves 14, el periódico Reforma en su versión electrónica, titulada: “Consignan a homicida de directora,” y firmada por Luis Brito:

“El Fiscal para Asuntos Especiales, Rafael Mateos, informó este jueves que reunieron todos los elementos probatorios contra el abogado penalista; sin embargo, aclaró que el móvil del crimen aún es indefinido.
El testimonio de cinco empleados del plantel y una madre de familia, un video de vigilancia y los dictámenes periciales en química y balística confirmaron la responsabilidad de Martínez González.
No obstante las distintas diligencias, el Ministerio Público no encontró una explicación para el homicidio.”

Ya la Procuraduría General de Justicia también se comenzó a preguntar y ¿por qué lo hizo? ¿Por qué un hombre de 50 años va a la lujosa escuela donde estudian los hijos, pasa tres filtros, busca una oficina en particular, pistola en mano grita a una de las profesoras, la mata, se convierte en presunto asesino y los peritos dicen que probablemente iba drogado? No es guión del niño malo que escribía las películas a Iñárritú, es la realidad.

La última nota: Según datos de la Secretaría de Salud, 8% de las enfermedades mentales en el país corresponden al área neuropsiquiátrica; cuatro millones de personas padecen depresión; seis millones tienen problemas relacionados con el consumo de alcohol; 10% de los adultos mayores de 65 años sufren cuadros demenciales y 15% de la población entre 3 y 12 años de edad padece algún tipo de trastorno mental o de conducta.

¿País de locos? ¿País de violencia intrafamiliar? ¿País de adictos? ¿País con falta de educación y de oportunidades? Nada, todo es presunto, recuerde.