jueves, marzo 26, 2009

Debate de los preciosos

Cartón: Hernández


Recordemos un episodio nacional casi digno de telenovela. Cuando Felipe Calderón Hinojosa iba a tomar posesión como presidente de la República, las bancadas de los novatos señores diputados federales (esos que se van a largar en unos cuantos meses) se hicieron de gritos y hasta de jalones de pelos. Fue la primera ocasión en que el Canal del Congreso tuvo audiencia considerable y los mexicanos nos desvelábamos como si se tratara del programa del gran hermano. Los diputados convertidos en “disputados” hicieron de la cámara baja una casa de campaña y sólo falto la fogata y los bombones asados.


El asunto no se quedó en lunada y tras los estira y afloja, Felipillo, peinadito o oloroso a perfume dijo con la voz temblorosa que sí quería ser el presidente de este casi destrozado país.

A unos tres años de distancia, el espectáculo que alimenta el morbo de los mexicanos y los dibujantes se gasten frascos de tinta en sus caricaturas, está por comenzar. El agarrón de los gobernadores por decidir el lugar de la Refinería tiene apenas tres opciones. La primera es que inicie la telenovela de “Simplemente mis pechochos” o la segunda es que apenas queden las colas y las orejas dignas de una buena faena en la Plaza México. La tercera y última es que ya estén tan coludidos y puestos de acuerdo que su famoso debate sea una tomadura de pelo y al público le resulte más aburrida que una tarde de lucha libre con enmascarados panzones y reumáticos.

La mesa está puesta y señoras y señores: hagan sus apuestas, que los diez más pechochos de México se van a desgreñar para decidir en qué sitio se construye la nueva refinería.