martes, agosto 18, 2009

La gallina ciega no es un juego de niños, a veces es ronda de adultos



A finales del siglo XVIII el pintor favorito de la corte española recibió otro encargo para elaborar un cartón destinado a la Real Fábrica de Tapices. Don Francisco de Goya y Lucientes trazó el que sería La gallina ciega. Un grupo reducido de personas adultas se divierte alrededor de un hombre que tiene los ojos vendados y trata de asirse de una posible víctima. Al correr de los siglos, la meta del juego no ha cambiado, aunque se practique cada vez menos.

Para que el juego suceda tiene que existir una “gallina” a la que se cubren los ojos y se encarga de atrapar a quienes corren a su alrededor. Es obvio que la diversión le corresponde a los que pretenden engañar o zafarse… Quizá lo que ahora suponemos como una ronda infantil tenía la finalidad y la sabrosura del cortejo, pues la gallina cuyos ojos de han vendado no se conforma con “picar” sino con abrazar a su presa.

Ayer por la mañana, en el Casino Español de la ciudad de Xalapa, la ronda de la gallina ciega fue cercana a repetirse. No quizá como la trazó la mirada extraordinaria de Goya, que supo inmortalizar en su cuadro la picardía de los cortesanos, que jamás fue otra cosa que una calenturilla disimulada con juegos. En el desayuno de ayer, que se organizó para celebrar el cumpleaños de una compañera de medios, alguien se ocurrió de los juegos y a la usanza cortesana, vendó los ojos de Jorge Duarte.

La ocurrencia fue cortesana: vendar los ojos del elegido por los cordobeses como su diputado federal y la “una, dos, tres” retirar la venda roja, por supuesto que tenía que ser del color rojo y gritar que se descubría al tapado. La idea fue aplaudida por los políticos que allí estaban congregados y que fueron incluidos en la lista de los convidados. Pero no se registraron los adelantos y los madruguetes, el juego estaba supervisado por el primer priísta de la entidad: Fidel Herrera Beltrán, gobernador de Veracruz.

Y para constancia de los incrédulos, la afición por tapar y destapar se repitió tres veces. Como en la canción de Paquita la del Barrio, esa que reitera las: “tres veces”, sólo que la Paca repite que engaña por tres motivos, por coraje, por placer y al final, porque sí. ¿Engañaron al cordobés con que va a chambear de diputado federal unos cuantos meses o lo van a dejar sus tres años sentadito en su curul de san Lázaro? En unos cuantos meses, a más tardar en enero, la incógnita se transforma en certeza.

Lo que es cierto es que el siguiente mandatario veracruzano tiene que hilar fino en las artes de los dineros. No será tan sencillo estar al frente de 212 municipios que deberán hasta su sombra a Banobras y a quien se les deje. Porque los alcaldes que se irán al concluir la administración de Fidel Herrera Beltrán no sabrán mucho de política, pero una vez que aprendieron a sacar la charola para las colectas, no hay quien los pare. Ya parecen señores obispos, escuchan que tintinean las monedas y les urge vaciar los bolsillos ajenos.

Que gasten bien o mal es responsabilidad de los ciudadanos que les permitimos tantas barbaridades juntas. Ahí tienen a mi alcalde de Xalapa, hoyos por todos lados y compartiendo negocios con sus amigotes, como el numerito de las grúas. O qué, ¿ya se nos olvidó? ¿A poco me van a salir con que los xalapeños estamos que trinamos de felicidad porque un desplazamiento “normal” nos consume el doble de tiempo? Pero si la ciudad va a quedar chula de bonita, ajá, que se lo expliquen a los que deben caminar a diario por la avenida Ávila Camacho.

Y para que no crean que lo mío es saña en contra del alcalde David, sigamos con las rondas: “Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis; brinca la tablita”. Todo tan lógico como lo explica la alcaldesa de Minatitlán, que va a solicitar un crédito nomás por 200 millones de pesos y que se pagará en unos cuantos años. Cuando le pregunté que si a eso no se llama “heredar deudas” respondió que no, muy tajante y como se decía en las cocinas de las abuelas: “Hasta como que se puso muina”.

Quizá la alcaldesa leyó el mismo manual que toda la bola de presidentes municipales pedinches y manirrotos, pues de un tiempo a estos días todos responden igual. Vamos, ninguno “hereda deudas” sino que tienen el gusto de invitar a compartir las obras construidas durante sus respectivas administraciones, pero con alcaldes que todavía no se eligen.

Ahora en español: un asesor vivillo les doró la píldora y les contó que podían estirar la mano y en lugar de ser vendepatrias, pasar a la historia como tipos compartidos. Y ellos, una vez concluidas sus respectivas administraciones van a echar sus tiliches a una caja de aceite, de preferencia marca Patrona (para no extraviar el floclor guadalupano) pero disfrazada de Gucci y si te vi, ni me acuerdo.

Dudo que en el “a la una, a las dos y a las tres” del tapado Duarte, le hayan podido susurrar que de ser verdad, le costará bailar sin perder el ritmo. De lo contrario, imaginemos que de la gallina ciega él hubiera preferido el can-can y con la cucharilla en mano golpeaba el vaso para gritar: “Uno, dos, tres, salvación para mí y para todos los amigos”.