martes, junio 28, 2005

Fox y Marcos, el ingenuo y el buen ladrón

Hacia las tres de la tarde de ayer el señor presidente, durante su gira por Belice declaró su disposición de trabajar “conjuntamente” con el enmascarado Marcos y todo con el fin de integrar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional a la vida política de México. Vaya desatino presidencial y destino del encapuchado. ¿Dónde se ha visto que un ranchero a quien le gusta el jamón serrano comparta sus migas con un fantoche que fuma en pipa inglesa? Pues en México, ¿dónde más?
La desestabilización política que logró la alerta de Marcos ha puesto en jaque a las altas esferas de la administración federal. Gana Sebastián Guillén en el sentido de que usa a los indígenas de Chiapas como su plataforma para hacerse visible en el espectro de la sucesión presidencial. Y por aquello de no te entumas las autoridades chiapanecas ordenaron el retiro temporal de sus efectivos policíacos en la región de los Altos para evitar posibles roces y confrontaciones, pero ya todo ha regresado a la normalidad, es decir, los vigilantes del orden ya retornaron a sus puestos. Esto, cuando se comprobó que la luz amarilla fue para hacer lo que le encanta a Marcos: llamar la atención y distraer a la opinión pública sobre cierta quema de sembradíos de marihuana (en los Altos) y la cancelación de las jugosas cuentas bancarias (BBV) del subcomandante.
La postura ideológica de Marcos y secuaces tiene como único rumbo un control de las opiniones cuando no un cometido en concreto, que significa la defensa de un sector marginado de la población. La situación de los indígenas mexicanos puede encasillarse en una canción de León Gieco: cinco siglos igual. Fray Bartolomé de las Casas defendió tanto a los indios y demostró que tenían “alma” porque estaba en juego una diócesis; si hubiera perdido la puya la corona española los habría decretado como “naturales” (parte de la naturaleza, como lo eran árboles y animales) y adiós encomienda.
Pero Marcos no se mueve solo. De Dublín llegaban los correos electrónicos al ordenador personal de Manuel Camacho Solís, el encomendero de las postrimerías del siglo XX y de allí sólo un “enter” para que se reenviaran al mismísimo corazón de la selva Lacandona. Y ahora Carlos Salinas a la usanza de Porfirio Díaz: ya ven cómo se les iba a desmoronar el país, siempre supuse que tarde o temprano me llamarían.
Lo temerario del asunto es que los verdaderos roces, por fortuna sin una bala de por medio, ya comenzaron a darse. Para el investigador Julián Santos Torroella, de la UNAM —a quien agradezco la claridad de sus textos— el deslinde de Marcos con Andrés Manuel López Obrador y el PRD merece una lectura atenta: “Marcos nada tiene que ver con AMLO y el PRD. Sin embargo el mensaje cifrado tiene también como propósito reconocer el regreso de Salinas al poder. La sucesión del 2006 será pactada por parte del PRI por Salinas y nadie más, habida cuenta que Echeverría está en proceso penal y Zedillo se encuentra tratando de sepultar lo que queda del FOBRAPROA y la obsequisa venta-compra de los ferrocarriles”. Vicente Fox sabe muy bien que para llegar a la presidencia no sólo hay que convencer a los ciudadanos. También es necesario pactar con las fuerzas políticas, sociales y económicas que rigen los destinos del país; eso garantiza una transición pacífica. ¿Por qué guiñar con Marcos cuando en su campaña presidencial decía que en 15 minutos arreglaba el problema? Si no hay un solo tiro su administración va con una mácula menos. Ahora, ¿quién pierde, el PRI o el candidato que imponga Salinas?