lunes, junio 13, 2005

Spanglish, la dulce falla

Del encuentro disímbolo y por tanto desigual entre dos culturas siempre va a surgir una nueva expresión que pese a los acuerdos tendrá necesidad de generar códigos propios. El contacto entre dos fronteras tan bien definidas como la mexicana y estadounidense nos ha obligado a crear nuevos territorios en el imaginario de las competencias lingüísticas. Una vez resarcido el aparente dolor por la absurda pérdida de una generosa aunque árida parte del territorio nacional, en el siglo XIX, para la primera mitad del siglo XX las oleadas de la población migrante que trabajaba en el sur de los Estados Unidos y que regresaba a México planteó una manera diferente de abordar el lenguaje.
Para el chicano Nelson González: “...es un fenómeno que se está convirtiendo en realidad día tras día. El termino spanglish es relativamente nuevo, fue formado entre 1965 y 1970. Podría ser definido como: ‘cualquier forma de español que emplea una gran cantidad de palabras prestadas del inglés, especialmente como substitutos de existentes palabras en español’. [Por ejemplo: taipear/escribir a maquina/type. María sabe taipear mas de 60 palabras por minuto]”.
Sobre estos nuevos usos de la lengua y sus “préstamos” (de los que más bien se trata de “endilgues”), el cineasta Ismael Rodríguez retrató en los melodramas de Pepe el Toro a un personaje que llegaba del vecino país del norte y cuyas palabras eran una confusión permanente entre el español y el inglés. Aquella trilogía que se convirtiera en mito —Nosotros los pobres (1947), Ustedes los ricos (1948) y Pepe El Toro (1952)— sirvió también para fundir en las mentalidades del mexicano a una población que era de aquí, pero con algunas usanzas de “allá”. Con los años el cine mexicano fue incluyendo a los pochos y los traslados y las machincuepas verbales se hicieron comunes.
Para los años ochenta del siglo XX comenzaron a circular los dramas que mostraban las vidas desgarradoras de los que pretendían conseguir el sueño americano. Luego el tema fueron las bandas de traficantes y actualmente la industria de Hollywood ha tenido que echar mano de un fenómeno incontrolable: la simbiosis cultural en el sur de los Estados Unidos (y donde lleguen los hispanos); pero claro, con una estructura y discurso fílmico que orienta a favorecer a la familia nativa y defenestrar a la comunidad latina.
Estrenada en diciembre de 2004 (y ahora en franca circulación en copias piratas y en renta de videos de barrio), el filme Spanglish —dirigido por James L. Brooks— intentó un pase de gloria como una buena propuesta de melodrama, pero terminó en un decadente churro que acaso por las imágenes de una atractiva Paz Vega, valga la pena. El discurso muestra a la clásica mexicana que con la hija y la caja de aceite patrona cruza la frontera en búsqueda de una vida mejor. Cae en blandito porque la acoge una familia adinerada y aunque el patrón (Adam Sandler) y Flor (la Vega) se mueren de ganas por intercambiarse virtudes amatorias, la moralina gringa hace que triunfe la fidelidad que siente el hombre hacia su cogelona y perturbada esposa. Bueno, de haberse ido a la cama el patrón y la criadita, la cinta hubiera terminado al estilo tan mexicano de María Isabel, la patraña que Yolanda Vargas Dulché diseñara para historieta y que después aprovecharon para filme y telenovelas.Lo cierto es que mientras continuemos en el traspatio, los invasores y quienes deshacemos una lengua somos la comunidad latinoamericana, los piojosos; los que debemos aceptar fungir en los repartos pero siempre resignados a la mala suerte.