domingo, julio 31, 2005

Don Quijote estival

Primera de veintidós.

El mes de agosto significa temperaturas elevadas y aguaceros, pero también una buena parte de las vacaciones de verano y la cuestión política entra en un aparente receso; porque todos, honrados o pillos, quieren un descanso. Por ello he decidido que los veintidós días hábiles de este agosto de 2005 dediquemos este espacio a comentar algunas generalidades sobre la obra cumbre de nuestro idioma: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha; historia publicada por vez primera, hace 400 años, y escrita por un tal Miguel de Cervantes, persona que antes de esta publicación era de poca fama y aún menos fortuna. Esta es, también, una manera de poner un grano de arena al reloj de los festejos y un grano de sal a los guisos literarios que se han realizado a partir de este aniversario.
Las entregas siguientes no pretenden ni serán una receta para leer la máxima obra cervantina. Son más bien una serie de pistas y atajos para que, si el lector decide, pueda animarse a saborear la primera y segunda parte de esta “novela”, y entrecomillo la palabra porque en la época de Cervantes el término no existía como tal. Así, quizá algunos días nos topemos con historia de España, para entender el contexto espacial y temporal en que se propagó la fama de esta obra; otros días nos toparemos con una lista de los refranes de Sancho Panza (y con agrado nos daremos cuenta que en la actualidad algunos de ellos aún circulan en nuestra lengua); algunos con las recetas de cocina que se enumeran en los dos libros. También nos aproximaremos un poco a relacionar a los escritores famosos (a todos sería imposible) que compartieron las glorias del siglo de Oro; también habrá pintores y por supuesto, los comentarios a las disparatadas ocurrencias de don Quijote, el ingrediente constante de los textos que vienen.
Como el lector se da cuenta, no se trata de un banquete. Apenas será una charola con bocadillos, pero hechos con la confianza de que cada uno lleven la factura, para que si lo prefieren, encarguen la comida completa al restaurante: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Es decir, para que se acerquen al libro. Un libro que para ser sinceros es “pesado”, en volumen y contenido. No se puede hacer la lectura de una o dos sentados y la peor suerte de esta obra es que alguien pretenda que un adolescente la lea, sólo porque está de moda hablar del tema. Ya entrados en calor les iré comentado cuáles son los capítulos por donde se puede comenzar a abrir el gusto, pero por favor, recuerden que se trata de un libro escrito hace cuatro siglos, que emplea palabras que hoy desconocemos y que si bien puede leerse sin una guía, siempre es más afortunado contar con una especie de mapa.
En caso de que alguien se anime a leer esta obra. ¿Qué edición comprar? El mercado editorial ofrece varias colecciones. Yo sugiero una “comentada”, pues evita tener el diccionario a la mano. Pero quizá una edición muy accesible es la de aniversario, realizada por la editorial Alfaguara, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua. Cuesta noventa y nueve pesos —casi una tarjeta de abono para teléfono móvil— y su ventaja es que integra las dos partes en un solo libro. Porque, bueno, comencemos con el primer dato: El Quijote consta de dos partes, la primera se publicó en el año de 1605 y como su éxito fue tan grande, no faltó un abusado que escribiera una continuación (eso lo veremos con detalle cuando nos refiramos a los enemigos de Cervantes). Ese y sólo ese, fue el motivo por el que Miguel de Cervantes escribiría “su” continuación, que aparecería diez años más tarde, en 1615, más o menos un año antes de morir. Bueno, lector, ya sabes que El Quijote está dividido en dos partes. La primera es acaso la más conocida; consta de 52 capítulos; la segunda es de 74 capítulos. Pero antes de entrar en más detalles, te adelanto la próxima divagación: ¿qué era un libro en la España de 1605?