martes, agosto 30, 2005

El país de las manos y las bocas

Hace unos tres años la comunidad magisterial de México recibió un golpe certero al hacerse pública la forma en que vivía la profesora Elba Esther Gordillo Morales en la ciudad de México —puertas y vidrieras blindadas, cámaras de seguridad por todos los rincones y otras medidas sólo aplicables a verdaderos capos. El domicilio de Polanco pasó, de apartamento de lujo, a búnker. Una muestra que de haber sucedido en un país del primer mundo y si tratase de una intelectual amenazada de muerte por sus actos heroicos, hubiera resultado ejemplar, pues daría cuenta de una mentora chiapaneca cuya carrera política iniciaba hacia 1977.
Pero como los sueldos de profesor no dan precisamente para ascender por la vía quincenal a tales lujos y medidas, sus contrincantes políticos se dieron a la tarea de hacer pública la manera de enriquecimiento; que en la totalidad de los casos resultó de todo menos lícita. La vulnerabilidad de la profesora Gordillo Morales fue evidente en el país de las discordias sembradas en el fértil terreno de la cuestión sindical.
Carlos Jonguitud Barrios, ex secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), declararía en 2002 (25 de agosto) en una entrevista que le realizara un periódico de circulación nacional que él fue artífice de la carrera sindical de Gordillo. Pero que la ambición de ella fue conduciéndola por derroteros que a la larga iban a traicionar los ideales magisteriales de la organización más poderosa de México, en el rubro del magisterio sindicalizado. Cuestionado sobre los mecanismos de control el anquilosado líder añadía: “Hay un contubernio entre las autoridades educativas y el magisterio sindicalizado. El maestro ha aprendido que su presencia en el sindicato significa sumisión, aceptación de todo lo que venga, y que los canales sindicales dejen de trabajar en beneficio del maestro”.
Una historia de la conquista del poder a través de alianzas y coaliciones. La oriunda de Comitán que ingresa a las filas del SNTE y a las del PRI en 1960. En su partido político ha ocupado: la Subsecretaría Técnica de la Secretaría de Organización del CEN del PRI (1984-1985); luego ocuparía la Secretaría (1986-1987); Delegada General del PRI en Chihuahua (1989); Integrante del Consejo Consultivo del CEN del PRI (1989) y Coordinadora de la Subcomisión Nacional para la Reforma del PRI, en octubre de 1994, Secretaria General de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). Amén de los huesitos sindicales.
¿De qué se ha valido esta mujer en el PRI? Pues de todo aquel líder magisterial que ocupe cargos de elección popular. Los privilegios no se compran, la inversión es netamente política. No se trata de señalar una franquicia de corruptelas sino de mostrar sólo una de las rebanadas del pastel de la familia revolucionaria institucional. Sin duda, se trata de una pésima telenovela que está mostrando al pueblo mexicano la posibilidad de una sucesión presidencial en la que el elector es el último que cuenta. El vaticinio conduce a una alarmante ausencia en las urnas.