
Tolerancia es una de las cualidades que deberán exhibir los cinco candidatos a la presidencia de la república —o si es cuestión de señalar bien, entonces podría ocurrírsele a uno de nuestros magníficos caricaturistas hacer dos equipos, el de los tres chiflados y el de Lalo y Lagrimita. Y si las campañas apenas iniciaron, también podría sugerirse que los contendientes se encontrarán con muchas sorpresas en lo que aún falta de sus trabajosas jornadas proselitistas. Y esto quizá es uno de los avances que se le deben al hoy presidente Vicente Fox, pues fue quien inauguró la “chacota” como una fórmula de contender por la titularidad del ejecutivo nacional, entre sus tepocatas y martillazos de oratoria alvaradeña logró minimizar a sus contrincantes y por ende, incendiar los ánimos populares; la verborragia grilla dominó las bases del discurso ambiguo al que estábamos acostumbrados.
Escarnio. Lo que hace seis años se convirtió en una novedad (aunque desde hace doce el jefe Diego empezaba el entrenamiento ante las masas) en el 2006 es un uso popular. Ya sólo falta que para subir el mercadeo contraten de animador al veterano pero rocanrolero Álex Lora y él se encargue de alebrestar a la flota. Total, que para mentar madres, los mexicanos nos pintamos solos y nada más hace falta que alguien se envalentone para que el coro se haga inmediato. Esto lo probó ya Roberto Madrazo, la tarde de ayer, en el lienzo charro de la ciudad de Pachuca. Unos diez mil jóvenes congregados al mitin se hicieron de agallas o cinismo para gritarle al unísono: “Peje, Peje, Peje”. Conclusión, un desencajado candidato de la Alianza por México tuvo que interrumpir su discurso y salir ¿despavorido? El incidente de los preservativos se puede observar con alguna simpatía, probablemente los muchachos recurrían a la metáfora que significaría evitar las urnas embarazadas.
Los otros acontecimientos del martes no fueron menos simples. En la ciudad de México, los integrantes de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación esperaban el discurso de Madrazo, pero como el candidato prefirió asistir al abucheo de Pachuca (los baños de pueblo sientan bien), se le hizo sencillo enviarles un representante. Jorge Chávez Presa fue el elegido, pero cuando los primeros florilegios arrancaban de su pecho, Carlos Mireles García, expresidente del organismo industrial le puso un hasta aquí, que ellos asistieron porque iban a escuchar al ungido y no a los recaderos. Y ahora resulta que los priístas se quejan de intolerancia. Ya saben ustedes, este pueblo que paga tan mal los esfuerzos de las personas que pretenden gobernarnos. Pero esto demuestra una débil estrategia en la organización de la campaña, claro, los asesores no mandan destazar a un cordero para que un gurú descifre el porvenir mientras disecciona el hígado del animalito; pero en el terreno de los “hubiera”, fue otro gallo el que le cantó al de la Alianza por México. ¿Cambios a la vista en el comité de campaña?
Con esto se ha corrido el velo de la posible intolerancia, por parte del electorado. Los cinco en discordia tienen un mensaje muy claro, dos sectores altamente representativos de los muchos que habrán de atender ya le hicieron extrañar su buena suerte a uno del club, aunque se presuma de los más fuertes. Si para algunos sociólogos y politólogos el despertar del México contemporáneo inició a partir del catastrófico terremoto de 1985 (cuando la sociedad civil se percató de que el gobierno no lo puede todo), el camino electoral de este 2006 se inaugura con un sentido común: trataremos de no aceptar los abusos y demagogias.