miércoles, marzo 15, 2006

Manos limpias o vida mejor


Felipe Calderón Hinojosa, candidato de Acción Nacional a la presidencia de México, muda lema de campaña y tal parece que también de asesores. Puede ser que vengan otras frases que resulten más contundentes entre el electorado, que tengan más jaleo o también pudiera resultar que al señor ya se le agotaron las ideas y los ideólogos y que ante una desencantada fuerza electoral han decidido ir preparando su honrosa derrota, o su poco decorosa y mal lograda actuación. Y es que con libros de más o de menos —incluyendo el pejezaso que Federico Arreola dedica en casi trescientas páginas— la simpatía, irracional, que continúa cosechando Andrés Manuel López parece no detenerse.
De la “mano firme, pasión por México”, que fue el primer sonsonete del abanderado blanquiazul se deducía una cierta revancha. Luego llegó el turno para el “valor y pasión por México”, que más o menos significaba que la cúpula panista se estaba poniendo de acuerdo para arremeter a favor de los mexicanos, cuestión difícil de pensar si suponemos que sus desvelos son para recuperar las riendas del partido, o quizá nos dieron a entender que perder la presidencia no les iba a lastimar tanto el orgullo como extraviar la dirigencia de su propio partido. Ahora las palabras que empleará se han suavizado con un: “para que vivamos mejor”. Se advierte que en el primer lema se trataba de un grito de batalla, mientras que en este último ya quien lo escuche podrá ir recreando un eslogan que bien puede adjudicarse una compañía inmobiliaria.
Los giros del lenguaje, en los ardides de la política (y en los de la vida cotidiana) son definitivos. Una cosa es llamar “precavida” a una persona que piensa sus acciones antes de ejecutarlas que nombrarla con la palabra “cobarde”; aquí podemos entretenernos en las raíces y en los verdaderos significados, pero la carga auditiva, que viene de la expresión, siempre explicará más que tres diccionarios juntos. En cada uno de nosotros funciona una especie de disco de programación y reaccionamos de acuerdo al sentido en que se exprese, incluso, un mismo vocablo. Los que actúan, de verdad, sea interpretando personajes o cantando, saben muy bien que de la forma en que emitan su mensaje obtendrán una respuesta determinada.
Por ejemplo, en su programa radiofónico el pasado lunes 13 de marzo Joaquín López Doriga charló con Andrés Manuel López, al volver de un corte promocional el periodista requirió sobre la palabrita que el candidato está poniendo de moda: “Chachalacas”. Don Peje lo pensó algunos segundos —probablemente sus asesores ya le explicaron que el tiempo “al aire” vale oro— y terminó muy resuelto al explicar que arañas, tepocatas y demás alimañas se oía peor. Y que eran palabras que seis años atrás, el todavía candidato del PAN, Vicente Fox, las utilizaba en sus arengas de campaña.
Nos acercamos no a la recta final de las campañas, pero sí a los pocos momentos que quedarán libres para que la atención del electorado no comience a desviarse y por lo tanto, para que algunos retintines queden grabados en su memoria. Recordemos que viene la copa del mundo, esa que une los fanatismos y las apuestas, el Mundial en Alemania. Y hasta el momento no se ha registrado, de ninguno de los aspirantes una frase que les inunde la boca. ¿Recuerdan ustedes el “hoy, hoy, hoy”? ¿Quién dice que en estos menesteres el lenguaje se queda de fuera. Y Felipito, ¿será en un mes cambie su lema? Tarde, ya comienza a hacerse tarde.