jueves, junio 22, 2006

Radiografía de las pasiones


Para el filósofo español Eugenio Trías (¡Eureka! No sólo existe Fernando Savater) la pasión es... bueno, mejor transcribo algunos subrayados de su libro Tratado de la pasión y del que me declaro un lector habitual, sobre todo cuando no basta con imaginar.

“Quiero referirme a una relación amorosa, a cualquier relación amorosa, a una situación en la cual, uno al menos de quienes componen el rapport, sea éste dúo, trío o cuátuor, vive esa experiencia, extremada e incasillable, que se denomina enamoramiento, experiencia que tiene todas las apariencias de una posesión y que trae a la boca una palabra de reconocida significación, la palabra pasión”.

“No busca el enamorado o el poseído por Amor prioritariamente el placer, ni siquiera la felicidad. En cuanto al narrador o el poeta, no canta ni exalta ese placer ni esa felicidad. Lo que se destaca, por el contrario, es la imbricación inexorable, en el sujeto amoroso y pasional, de felicidad y desgracia, de goce y sufrimiento, de padecimiento y de placer, de manera que el enamorado ama su propia desgracia y la prefiere a cualquier felicidad, o es feliz en medio de los más ásperos tormentos o cobra placer de las situaciones más dolorosas... Ello da lugar a expresiones paradójicas... mi alegría es mi desgracia, el dulce tormento”.

“Hablar o escribir sobre el amor es operación harto comprometida. Ortega llegaba a afirmar, y le sobraba razón para decirlo, que al hablar de algo tan íntimo como el amor uno termina contando o confesando su propio caso.”

“...el sujeto enamorado o pasional, por razón de hallarse en posición de víctima, se ‘deja hacer’ por la totalidad de las cosas que encuentra en su camino, con la sola condición de que le evoquen o recuerden —y desde luego de forma bien obsesiva y paranoica— al amado... el enamorado vive un estado en el cual se deja poseer o apoderar por la realidad con que se encuentra.”

“El enamorado se vuelve sensible y receptivo a muchas cosas para las cuales era insensible o ciego en estado de ‘normalidad’; se deja afectar, por tanto, de muchas maneras... conoce cosas que antes no conocía... ‘hace locuras’ por el ser amado que nunca, ‘en su sano juicio’, hubiera osado siquiera imaginar, poniendo a prueba su salud y hasta su vida y llevando al límite sus propias capacidades. ‘No sabemos lo que puede un cuerpo’, pero sí podemos saber de lo que es capaz un cuerpo enamorado.”

“Podría afirmarse que todo enamorado se da cita con el arte, siendo esencialmente artística su visión y la expresión que suele dar de esa visión. Y por lo mismo, todo artista es un enamorado... que ha sido capaz de crear o producir, desde la pasión, una obra que es expresión de amor.”

“Respecto al sujeto libre y autárquico que es amado sin amar a su vez... puede afirmarse que tiene en sus manos, como servidor y esclavo, al sujeto enamorado; si se conduce con habilidad y sin prejuicios éticos, podría ‘hacerle creer’ cuanto le convenga o podrá ‘conducir su voluntad’ por donde le plazca... La película Suspicion de Hitchcock ilustra de forma magnífica y artística esta situación”.
“...exceso de amor, un amor que impide el conocimiento, obstruye la acción y priva de la libertad, un amor que fija al sujeto a un solo objeto de conocimiento y atención, que roba su voluntad hasta hacerla cautiva y que, por todo ello, puede considerarse locura e irracionalidad”.