viernes, octubre 06, 2006

Los 99 de Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri

El espacio es limitado. Voy a transcribir un extracto que realicé del artículo ¿Quién es el que anduvo aquí? escrito por la periodista Elvira García en la revista Tierra Adentro, números 137-138. Un mínimo esbozo biográfico sobre un hombre que escribió canciones con las que crecimos muchos, pero muchos niños mexicanos: Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri… Al grano:

Francisco Gabilondo Soler tenía espíritu aventurero y alma viajera. Nació el 6 de octubre de 1907 en Orizaba, Veracruz y se fue de este mundo el 14 de diciembre de 1990. La suya, sin duda, no fue una existencia fácil. Precisamente porque quería hacerlo todo, porque era un curioso innato. Su hija mayor decía: “…era un hombre muy estudioso… pasaba horas y horas en el piano, leyendo libros, componiendo y estudiando”.

Quizás su mayor pasión era descubrir estrellas y nebulosas; eso lo mantuvo emocionado hasta los últimos años de su vida. En las más de seis décadas que Pancho Gabilondo se dedicó a la astronomía, descubrió uno que otro cuerpo celeste, ninguno de los cuales lleva su nombre o apellido. Con el tiempo, fue nombrado presidente honorario de la Sociedad Astronómica de México.

Antes de convertirse en Grillito Cantor (el 15 de octubre de 1934 creó a Cri-Cri) Gabilondo Soler fue boxeador y torero. Asistió a la Academia Naval Weems de Maryland, donde obtuvo el grado de capitán de corbeta. Con esa preparación se hacía a la mar en embarcaciones de amigos. Contaba: “Hice bonitos viajes en barcos de personas adineradas que, como no sabían navegación, llevaban navegante gratis; no tenían que darme más que comida…” Unas veces como Cri-Cri, otras como pianista de jazz anduvo por las estaciones de radio de Buenos Aires, intentando ganar dinero.

Agotaba sus ansias de marinero y regresaba a lo que era su seguridad económica y su estabilidad profesional: la radio y Cri-Cri. Ya en los años cincuenta, la fama lo alcanzaba a partir de éxitos como La Patita, El Ratón Vaquero, El Ropavejero, La Marcha de las Letras, Lunada, La Negrita Cucurumbé y tantas. Compuso más de 170 canciones de las cuales tal vez cincuenta son cantadas por generaciones y generaciones de mexicanos.

Escondido en un rincón del estado de México, fue hasta sus últimos años ese maravilloso señor que nunca supo estar quieto o dedicarse a una sola actividad…

Hasta allí el artículo de Elvira García. Y ¿qué harían sin el grillito cantor las maestras jardineras? Los mexicanos —al menos los que tenemos de treinta en adelante— recuperamos, seguramente, algo de nuestras infancias cuando escuchamos que las canicas rodaban en cada escalón… Claro, hay que cerrar los ojos y añorar un berrinche, entonces me cantaban que el señor Tlacuache (canción: El ropavejero) andaba pregonando en las calles que compraba, cambiaba y vendía desde comadres chismosas, vecinas latosas hasta chamacos llorones.

¿Nunca se pusieron remilgosos a la hora del desayuno? Pues allí estaban las madres o las abuelas recordándonos alguna de las canciones de Cri-Cri: “Ay mamá, mira a María, que me trajo la leche muy fría”. Y cuando las primeras palabrotas (en lo particular, ya después se me hicieron costumbre) pues cierto, había un deslenguado al que tundían.

Las letras creadas por Francisco Gabilondo Soler, para ser cantadas por el grillo Cri-Cri, dan cuenta de una verdadera lotería… el mundo visto a través de la música, poesía cotidiana del imaginario dirigido a los niños.