lunes, noviembre 13, 2006

El decadente Huysmans y “Allá lejos”


Escribió unas catorce obras. Era francés de cepa, parisino de corazón, se movió entre los círculos literarios que convocaban a lo mejor y lo peor de los artistas representantes de aquella sociedad inmersa en las posibilidades que las ciencias pretendían contagiar al orden del mundo: el positivismo. Porque su país, Francia, se encontraba en un altar para quienes anhelaban la civilización y si Augusto Comte había convencido al resto de que sólo a través de la razón y la ciencia la humanidad podía conducirse para instaurar un orden social, el terreno literario no quedó exento pero tampoco fue la excepción a la regla.

Nuestro escritor se llamaba Joris-Karl Huysmans (1848-1907)... vivía en el París que vio nacer a las revoluciones artísticas que cimbraron gran parte del siglo XIX; una ciudad que presumía de la filosofía positiva pero que al mismo tiempo era una cuna inigualable para el movimiento conocido como el Romanticismo; uno de los tantos “ismos”. Allí caminaba este burócrata de medio pelo, en la ciudad donde Baudelaire escandalizaba a la gente de buenas maneras cuando se paseaba en compañía de su amante, una negra que pintaba sus cabellos de verde y hacía lucir a un mico sobre el hombro. Un lugar donde tenían lugar las tertulias en que el niño Rimbaud escandalizaba a la concurrencia. Todos, cuerdos y locos, inmaculados o sifilíticos, sobrios o casi descerebrados por las altas dosis de licor de ajenjo —el hada verde— no apostaban un gramo de cordura por una sociedad hundida cada vez en la mierda.

Es un siglo endilgado a una ciudad (y sus habitantes) que ha dado más habladurías, mitos, obras de teatro y filmes que lectores atentos a las producciones de entonces. Con sólo mencionar a los “poetas malditos” el morbo nace, pero las lecturas decrecen en la medida que aquellos escándalos están más que superados. Pero acudamos al testimonio de la investigadora Diez para comprender esto: “Comte clasifica las ciencias en cinco fundamentales: astronomía, física, química, fisiología y física social o sociología. Rechaza como ciencia a la psicología y a la economía y concibe a las matemáticas más como un método e instrumento previo que como ciencia teórica.” Y los escritores se empecinan en demostrar que siempre no, que el hombre y su comportamiento, su conocimiento, no caben tan fácil en un cuaderno.

Huysmans fue uno de ellos. “Traiciona” el naturalismo de Zola y con ello da inicio a la “decadencia”. Una de sus novelas Au rebours (publicada en 1884), era, por ejemplo, el libro preferido del personaje Dorian Grey. Su novela Là-bas (“Allá lejos”, publicada en 1891), es recibida como una muestra del satanismo, como un golpe a los valores del mundo moderno... pero en realidad es una profunda crítica al entorno. En uno de los capítulos finales, el 18, se lee:“ -¡Qué época tan extraña! Precisamente en el momento en que el positivismo está en todo su apogeo, se despierta el misticismo y comienzan las locuras del ocultismo.” ¿Ha escuchado, últimamente, ideas semejantes?

La vida de los escritores decimonónicos que, como Huysmans, lograron escandalizar a la sociedad de su tiempo y después se convirtieron al catolicismo, dan para ensayos e incluso novelas. Pero antes de creer habrá que leer y “Allá lejos” está disponible en la versión española editada por Valdemar, en su colección “planeta maldito”. 347 páginas y una edición diferente, pues la tipografía azul no es común entre nuestras lecturas; pero una historia que a más de cien años de distancia, no se le hará tan descabellada.