La reducción que para este 2007 ordenó el gobierno federal en los gastos en materia de cultura, golpeó visiblemente al sector de los altos vuelos. Es decir, las grandes fiestas, las respetables comilonas, los ostentosos viajes de representación al extranjero, la contratación de asesores, la publicidad de obra realizada en medios de comunicación y la contratación de logística especializada en la diplomacia de la cultura de capilla, fueron mermadas en sus cimientos más profundos. Porque la ciudadanía suponemos que fue a lo primero a que se le echó ojo para pasar la afilada hoja de la guillotina y no la cancelación de festivales, exposiciones y los pocos concursos que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) se da el lujo de convocar en nuestros país.
Sería casi grosero pensar, tan sólo imaginar, la cancelación de la siguiente emisión del Festival Cervantino, o las jornadas Alarconianas en Taxco, o el Festival de Cine o el de Música Sacra, que se celebran en Morelia; por mencionar cuatro de los eventos más cacaraqueados por las autoridades federales. Aquellos eventos no son gobierno y capricho exclusivo del Conaculta y sus amigos; aunque es el organismo que los administra, la participación de los gobiernos de sus respectivos estados y la iniciativa privada, hacen de la “Cultura” (con mayúsculas) una atractiva naranja a la que se le puede exprimir su buena dosis de jugo; pues antes que ofrecer lo estético y lo sublime, saben que es parte de una verdadera industria turística.
Veamos como mero ejemplo el Festival Cervantino, que se celebra en la ciudad de Guanajuato y este año va por la emisión número treinta y cinco. El marco de esta fiesta de la gran cultura es una ciudad colonial que se queda aún más pequeña dada la gran afluencia de visitantes, que la abarrotan en las semanas otoñales destinadas al festival. Quien no ha tenido la oportunidad de presenciarlo en vivo, sabrá por la televisión que todos los días se presentan artistas y números de talla internacional y calidad indiscutible; y por los noticiarios vemos unas pocas imágenes que hacen pensar el “Paraíso en la tierra”. Pero quienes hemos tenido boletos en mano y necesidad de desplazarnos de un teatro a un auditorio o a un templo (también emplean las iglesias y cobran la entrada), sabemos que hay que andarse siempre con tiempo y no creerse la leyenda de la ciudad colonial o la apacible vida de provincia. Las calles siempre están repletas de estudiantes originarios de una buena parte del Bajío que acaparan desde cerveza hasta licores y regularmente ni siquiera están enterados del país a quien está dedicado el festival.
Y no por ello dejan de actuar los artistas contratados. Y tampoco se apacigua el desmadre de las calles porque en el auditorio de Minas el cuarteto “Mozart” deleite a los únicos trescientos gatos que pueden entrar. ¿Es menos cultura y más chela o viceversa? Pero estoy seguro que los empresarios (restauranteros, hoteleros y antreros) de Guanajuato no se sentirían muy felices si el Conaculta opta la cancelación del festival —que no sucederá, es sólo un ejemplo. O en el fondo de todo, quizá es una verdadera planeación, cuidadosa, medida y en la que no participa una sola entidad y por lo tanto el protagonismo se tiene que repartir... cosa que no sucede en Veracruz, ya lo veremos.
¿Sabía usted que el próximo Cervantino arranca en octubre del 2007 y desde hace un mes el sitio electrónico tiene “colgada” la convocatoria para los que deseen participar? Pregunte usted aquí, en la Universidad Veracruzana, en el DIF estatal, en el Instituto Veracruzano de la Cultura, en Arte y Recreación del Ayuntamiento, en la parte de Difusión Cultural de la Secretaría de Educación de Veracruz (que se encarga de la cultura en las escuelitas del estado) si ya tienen una sola fecha definida o los festivales que harán a lo largo del año. Pero en lo que se terminan las migas de la rosca y se revisa el recorte que autorizó la Legislatura local, ahí nos vamos, amaneciendo.