martes, marzo 06, 2007

Harta lana y las imágenes chillonas


Mundo, continente y país de locos. El cambio climático no sólo afecta el entorno sino que también arrasa con el comportamiento de los humanos. Y es que si los ciclos lunares tienen que ver con el arrastre y empuje de las mareas, los astros y los satélites mucho pueden hacer con nuestros pequeños cuerpos. Así que la razón de cabeza y los instintos a como dé lugar, nuestro presumido siglo de la ciencia y la tecnología nada tiene qué envidiarla a cualquiera de esas pinturas endemoniadas de El Bosco, desde el “Jardín de las delicias” a “Las tentaciones de san Antonio”.

En un país donde el presidente de la república gana menos salario que algunos gobernadores no se trata de un gesto de buenas intenciones, únicamente constata que la política es tan buen negocio que a pesar de los problemas que cada administración hereda, todos quisieran gobernar. Si Felipe Calderón, que se recortó el salario, ahora gana 150 mil 530 pesos; estos son libres de polvo y paja, como el del resto de la remuneración que perciben los secretarios de Estado, gobernadores, alcaldes y cabezas de toda administración o despacho. Los dineros que reciben pueden ir directo al cochinito del ahorro, ya que de ellos no sale para los choferes, guardaespaldas, cocineras y hasta postres. O qué, ¿sabemos de alguna primera dama (de gobernadores para arriba) que haga fila en la tortillería, en la tintorería, en el pago anual del servicio de agua potable?

Para colmo, presumiblemente gana más salario que el presidente de la república, uno de los gobernadores de los estados que tienen mayores necesidades sociales (en educación casi está a la par con Veracruz, en los últimos niveles) y me refiero a Zeferino Torreblanca, el jefe del ejecutivo en Guerrero: 148 mil, más bono de productividad. Pero donde superan a Felipe es en Aguascalientes, Tamaulipas, Estado de México y Querétaro. “Gober preciosos” donde quiera los hay.

Y como para arreglar estos desquicios administrativos hace falta un milagro, la Guadalupana escogió, según dicen sus dueños —de esa imagen; la del Tepeyac, Dios nos libre de toparnos con la cólera de Norberto Rivera— una vivienda de madera, lámina y cartón, ubicada en Nuevo Laredo, para llorar “lágrimas de sangre”. Una lección de humildad de la que no se espera menos, si Jesús nació en un pesebre, ¿por qué la virgen querría irse a llorar a las basílicas donde ofician curas botijotes y bien cebados por tantísimos litros de chocolate con “pedigrí”?

La virgen del cromo, ya que no trata de una de “bulto”, sino pintada, comenzó a llorar normal, acuoso y salado, como son las lágrimas. Pero cuenta la dueña del cuadro, María Guadalupe Salazar Martínez, que de unos días para acá, su Guadalupana llora sangre. Y entre que son peras o manzanas los vecinos de la colonia y otros curiosos y fervientes, ya se hicieron peregrinos y dadivosos, pues no se conforman con hacer la visita sino dejar constancia de ella mediante el depósito de ofrendas. Vamos por partes, el cura del lugar, Luis Antonio Romo Esparza, ya dijo que las cosas como ordena y manda la madre iglesia, que “milagros” hasta que el obispo Watty ordene las investigaciones serias.

Hay un detalle, que hasta en el Vaticano hay una burocracia peor que de oficina de Registro Civil. O la virgen sigue llore y llore, o hace un milagro o los peregrinos empiezan a dejar billetes, para que el cura Romo diga a su superiodad: “Padre Watty, háblele a su Santidad y dígale que se apure porque nos están ganado las alcancías”. O la otra es que deje de llorar y pase al índice de las miles de vírgenes que han llorado en México, y me refiero a las pintadas, de bulto, sugeridas e imaginarias.