Los editores de la revista Nexos lanzaron el trompo a la uña y peguntaron a los más destacados editores, escritores y críticos, a través de papeletas de votación, ¿cuáles eran las mejores novelas mexicanas, escritas en los últimos treinta años? Cada elector tenía derecho a votar por tres obras, sin jerarquía, y de los elegidos, no todos respondieron a la invitación de la revista. Era de esperarse que si bien no mencionaron a quiénes enviaron las 123 invitaciones, sí publicaron la lista de los 60 especialistas que respondieron. La valía de esa elección radica en que Nexos convidó a una buena parte de los grupos que conforman y confirman las mafias literarias en un país tan carente de lectores.
Se supone que jamás se supo quién votó por tal o cual obra y ganó, sin discusiones, una excelente novela pero que, todos los escritores e historiadores dedicados al tema del siglo XIX mexicano, sabemos que está llena de “plagios” realizados a documentos de la época y son plagios porque en ningún momento se cita la fuente. Según tantos y tan bien experimentados, la mejor novela, escrita por un mexicano y publicada hace no más de treinta años, es una obra que en fondo, está construida con trampillas de novato pero, por un escritor experimentado. Él se llama Fernando del Paso. La novela es: “Noticias del Imperio”, que de todas formas es una gran pieza de la narrativa mexicana.
Ninguna obra se escribe, ni de la noche a la mañana. Son meses e incluso años de trabajo, hay que corregir, que cotejar las versiones y que alimentarla. Y si nos parece inconcebible que un director de cine sea ignorante con respecto a la cinematografía, ¿por qué pretender que un escritor lea únicamente la sección policíaca del periódico local? La gran novela mexicana ha abrevado en fuentes que no son papelejos del tiempo de “mamá Carlota” sino de libros que aún, a casi los ciento cincuenta años de publicados, continúan atrayendo a los lectores.
Por razones de espacio, sólo voy a dar dos ejemplos de lo que una lectura más atenta a “Noticias del imperio”, publicada por primera ocasión en noviembre de 1987 —pronto hará los veinte años— y que evidencia la existencia de “fuentes” jamás descritas. El libro, de testimonios o cartas, al que yo acudo, es “La vida en México durante una residencia de dos años en ese país”, que fue escrito por Madame Calderón de la Barca y cuya primera edición, en inglés, fue en Boston, en el año de 1843. Unos veinte años anteriores a la aventura imperial del archiduque Maximiliano de Habsburgo. La historia de la madame Calderón de la Barca ya la comenté en alguna entrega, sólo quepa recordar que era la esposa del primer embajador español en México; se trata de un libro de viajes que abarca de diciembre 1839 a principios de 1842.
En la carta IV, Calderón de la Barca escribe: “…nos fuimos acercando a la costa, hasta que Veracruz, en toda su fealdad, se hizo patente… El aspecto de todo lo que estamos viendo mientras nos vamos acercando, es de los más melancólico… la ciudad miserable y tétrica, llena de bandadas de unos grandes pájaros negros, llamados zopilotes, que revolotean sobre algún animal muerto”. En la novela de del Paso, capítulo IV, parte 3: “Volviendo a las calles de Veracruz (aunque nunca quisiera volver a ese infecto lugar) lo que más me impresionó es el gran número de aves de carroña, los ‘zopilotes’, que andan por todos lados, y a quien nadie molesta porque los protege la ley: son ellos los encargados de limpiar la basura que los habitantes tiran a la calle. Se ve también, con frecuencia, los cadáveres de caballos o asnos a medio pudrir… están materialmente cubiertos por un hervidero de alas negras”.
En la carta XXXVIII, la Madame escribe: “En cuanto a los cohetes y demás detonantes, el pueblo goza con ellos, así sea de día o de noche. Esta es la manera favorita de conmemorar un acontecimiento cualquiera… ‘¿Qué cree usted que estén haciendo ahora los mexicanos?’ preguntó Fernando VII a un mexicano el cual se encontraba en la corte española… ‘Echando cohetes, Su Majestad’, contestó el mexicano. ‘Pero, quisiera yo saber, ¿qué están haciendo los mexicanos ahora?’… ‘Tirando cohetes, Su Majestad’… Su Majestad se dignó a repetir la pregunta en la noche… ‘Lo mismo, Su Majestad, siguen tirando cohetes”… Y Fernando del Paso, en el capítulo X, parte 1, penúltimo renglón, escribe: “…sobre los cohetes o cuetes, los petardos, no hay duda alguna y comenzaron a estallar desde la entrada de Max y Carla a la ciudad de México… Un día el monarca español Fernando VII le preguntó a un visitante mexicano: ‘¿Qué piensa usted que están haciendo sus paisanos en estos momentos?’ ‘Tronando cuetes, Su Majestad”.
Feliz día del libro.