Para los novohispanos que vivieron con la amenaza constante de ser “mandados a llamar” por el Tribunal del Santo Oficio, la vida no era sencilla. Y antes de entrar en algunos detalles de carácter más histórico, conozcamos un fragmento de la Acta de la diligencia de tormento a doña Francisca Núñez de Carvajal; recopilada por José Toribio de Medina para su libro “Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en México”. De ese documento: “Y con esto, fue llevada a la cámara de tormento… Y estando desnuda con unos zaragüeyes y la camisa baja, en carnes de la cintura arriba, fue tornada a amonestar que diga la verdad… Fuéronle mandados ligar los brazos flojamente… le fue mandada dar y apretar una vuelta de cordel a los brazos; diósela y dio muchos gritos, diciendo: Tanta crueldad, tanta, ¡ay!, que me muero….” El día de ese tormento, Francisca Núñez recibió quince vueltas de cordel y después fue montada en el potro, ella tenía más de cincuenta años y su vida llegó al final el 24 de febrero de 1590, día en que fue celebrado un auto de fe. ¿Delito? Se le acusaba de practicar la religión judía.
Por diversos motivos, la Iglesia católica considera como sus enemigos a todo aquel que pone en duda su catecismo o bien a quien piensa diferente. Herejía. En el concilio de Verona, en 1185, se acordó facultar a los obispos para proceder judicialmente contra quienes tuvieran la sospecha de herejía. Fue hasta 1229 cuando el concilio de Tolosa acuerda la creación de la Inquisición, un tribunal destinado a perseguir herejías. Los “Reyes Católicos” Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, obtienen permiso para que en sus recién unificados reinos actué la Inquisición, pero facultada por ellos, es decir, la monarquía nombra a sus propios inquisidores; esto sucede en 1478 y conforme se expandían las Españas, el método se aplicaba parejo.
Se crea el Consejo Supremo de la Inquisición, conocido y temido como “La Suprema”, era un órgano judicial de gobierno que dependía de la corona española y subsistió hasta 1834. ¿De allí mana la inmensa literatura que versaba sobre esa “leyenda negra”, alimentada sobre todo por ingleses y franceses? Pero si nada más vigilaban los intereses de Dios en la tierra; se imprimieron libros que instruían a los inquisidores, no sólo era golpear y acepte usted que platica con el diablo.
La Inquisición en México se percibió desde los primeros asentamientos religiosos, aunque de manera estricta, el Tribunal del Santo Oficio no llegará sino hasta 1571 y fue encomendada a los frailes dominicos, los de Santo Domingo de Guzmán. Antes de ello hay procesos inquisitoriales y quizá valga la pena mencionar el caso de sor Elena de la Cruz, cuyo proceso inició en 1568, una monja emparentada con el Conquistador. El lío era que la mujer sabía leer y por allí se encontró con que un cartujo proponía que con sólo observar los diez mandamientos, el alma ya estaba a salvo, entonces ¿de qué carajo servían el resto de los sacramentos que ordenaba la madre Iglesia? Salvó la hoguera porque durante su terapia (ya han leído parte de los métodos) mostró humildad, lágrimas y mucho arrepentimiento. Nomás fue condenada a prisión.
Tan pronto desembarcó en Veracruz el primer comité de inquisidores, en agosto 18 de 1571, se alistaron a los preparativos de bienvenida en la ciudad de México. Toda una pompa que se dio hasta el 12 de septiembre, cuando por la calzada entra el gran inquisidor, ora sí, el mero chingón y a ver señores, nomás quiero las primeras quejas. Muy pomposo don Pedro Moya de Contreras a quien le cuadra el edificio que le destinan, enfrentito del convento de Santo Domingo —el edificio aún existe, se localiza en la calle República de Brasil, en el centro histórico de la ciudad de México. Por aquí desempaca y a lo que vine. Corre el pregón por toda la Nueva España: Si usted desconfía de la fe de su vecino, mándenos una cartita, “no admitir ni consentir herejes”, coopere usted con este alto tribunal de Dios, cuyo estandarte luce la divisa: Exurge, Domine, judica causam tuam (Levántate; Señor, y juzga tu causa).
¿Qué atribuciones tuvo la Inquisición en la Nueva España? Castigaba lo contrario a la moral cristiana (blasfemia, bigamia, concubinato, etcétera). Actos que fueran en contra de la fe: herejes, judaizantes. Perseguía a quienes a pesar de ser cristianos aceptaban las enseñanzas de Lucero, Calvino y otros disidentes (pobre de aquel pirata o extranjero que cayera en sus garras). Y por último, vigilaban los libros que entraban a Nueva España o los que se imprimían en ella (la imprenta era el medio más eficaz para la propagación de ideas).
Pero despidámonos tranquilos, la Inquisición podía encarcelar, y en sus torturas siempre había un secretario que anotaba con detalle (existen miles de actas) hasta el número de latigazos o escupitajos que el acusado recibía. Luego le facilitaban un médico, los señores padres no mataban, si la sentencia era muerte, entonces los infelices caían en manos de la autoridad civil, quien se encargaba de terminar el escabeche.