lunes, octubre 22, 2007

Claire Zachanassian o Adiós a “la vieja dama”

Alberto Lomnitz es uno de los muchos directores teatrales que tienen conocimiento de las piezas clave del oficio o bien de aquellas obras que deben figurar en los montajes realizados que se anotan en el currículum. Independientemente de que un profesionista dedicado a la creación y la interpretación tenga en vista las obras con las que mejor se acomoda, las metas profesionales siempre incluyen retos y uno de ellos fue el que asumió la Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana desde mayo de este 2007, cuando estrenó en Xalapa la obra La visita de la vieja dama, de Friedrich Dürrenmatt. La ilusión fraguó para la Universidad Veracruzana, para su compañía teatral, para cada uno de los actores que participaron en el montaje y para su director.

Al poco tiempo de su estreno, La visita de la vieja dama alcanzó un nivel de profesionalismo y calidad actoral que sólo puede advertirse en las agrupaciones preocupadas por la difusión y permanencia del teatro universitario de México. Con esto se confirma que la Compañía Titular de Teatro no ha pasado de noche los cincuenta años que van desde su fundación a la fecha; aunque ha navegado sobre aguas nada mansas y padeció algunos periodos de laxitud, en la actualidad se coloca a la cabeza del teatro veracruzano y con buenos pronósticos de hacer frente a obras que se gestan en las principales ciudades del país. La pieza de Dürrenmatt fue pulida del original pero no sufrió adaptaciones concernientes al tiempo y el espacio propuestos inicialmente por el dramaturgo y novelista suizo, de las cuatro horas que se calculaban a la puesta, su reducción a dos horas con quince minutos no demerita o confunde para la comprensión de la historia.

Con iluminación de Víctor Zapatero, diseño de vestuario de Edyta Rzewuska, música y sonorización de Joaquín López “Chas”, participan veinticuatro actores en escena (un detalle que es poco usual, ver reunida en un solo montaje a la totalidad de los integrantes de la Compañía Titular de Teatro). Aunque el papel protagónico fue destinado a una actriz invitada, Lisa Owen —quien interpreta a la anciana millonaria Claire Zachanassian— el segundo papel es interpretado por el experimentado Francisco Beverido Duhalt, quien después de una prolongada ausencia de los escenarios regresa como actor para interpretar a Alfred Ill; pero todos los actores que intervienen confieren el buen tono que domina a la puesta. Participan, por orden de aparición: Carlos Ortega, Rogelio Baruch, Marco Rojas, José Palacios, Gemma Muñoz, Félix Lozano, Rosalinda Ulloa, Héctor Moraz, Juana María Garza, Jorge Castillo, Raúl Santamaría, Raúl Pozos, Hosmé Israel, Valeria España, Liliana Eselente, Guadalupe Balderas, Luz María Ordiales, David Landa, Alba Domínguez, Miriam Cházaro, Freddy Palomec, Karina Meneses y Luisa Garza.

A partir de la tercera llamada, el espectador se transporta a Güllen, un pueblo suizo que vive la estrechez económica y cuyos habitantes están prácticamente resignados a la pobreza constante. Pero una noticia cimbra a las buenas conciencias, Claire Zachanassian que fue una mediocre y pobretona nativa de Güllen ahora está convertida en la mujer más rica del mundo y cuarenta y cinco años después, visitará el pueblo. En efecto, Claire retorna para dar a conocer una importante noticia a sus coterráneos: ofrece mil millones a quien asesine al estimado señor Alfred Ill, con quien ella tiene cuentas pendientes. ¿Una fábula de ética o moral? La visita de la vieja dama es una de las piezas magistrales de Friedrich Dürrenmatt, ha provocado montajes en las mejores compañías teatrales del mundo y una media docena de versiones fílmicas.

La Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana ha cumplido y bien. Ayer el telón se cerró para la segunda y última temporada de esta puesta en escena, donde se demostró que mientras transcurrieron las aproximadamente cuarenta funciones, las butacas de la sala chica del Teatro del Estado estaban llenas. Ahora falta a las autoridades de la Universidad Veracruzana poner fin a vaivén en que se encuentra la compañía universitaria, que a cincuenta años de su fundación no cuenta con un teatro —un teatro a la italiana— donde pueda desarrollar cualquiera de sus montajes. Y si el rector Raúl Arias o el director de Divulgación Artística, Manuel Zepeda Ramos estiman que el espacio del Teatro La caja es suficiente —se trata de un foro de cámara negra con capacidad para albergar a 48 espectadores—, que prueben allí un partido de sus deportistas, los tan amados Halcones y que le presten el gimnasio universitario a los teatristas profesionales. A ver si es lo mismo cantada que chiflada.