jueves, octubre 11, 2007

De “La llama doble”

Octavio Paz (1914-1998) no sólo debe recalar en nuestra memoria porque hasta el momento ha sido el único mexicano que ha obtenido el premio Nobel de Literatura, allá por 1990. Es uno de los poetas más polifónicos del México del siglo XX y uno de los ensayistas menos preocupado de que sus palabras fueran masticadas por todo el pueblo. Quizá pensaba que para “los de a pie” ya estaban los exitosos tirajes de la serie Lágrimas y risas, La familia Burrón, los Memines y otras publicaciones de envergaduras menores. Las de Paz, hasta la fecha, son palabras cotidianas pero acomodadas de tal manera, que permiten destellos allí donde el lector atento quiera encontrarlos.

El libro La llama doble, amor y erotismo, se trata de un ensayo pausado y con una construcción tan monologal, que una lectura sosegada permite acercarse a los bisbiseos de un poeta entrado en años que reluce lecturas, charlas y admirados. Dividido en nueve partes, el libro de Octavio Paz no es la afirmación del amor y el erotismo, sino la búsqueda en el correr de agua desde las primeras manifestaciones literarias hasta un mundo que el poeta ya veía como de mecanización, como de soledad y lodo, barbarie.

Pero vayamos a algunas muestras… igual es buen cebo y algún pez, pica… En esta ocasión, el número de página que indico, pertenece a la trigésima segunda reimpresión, realizada en mayo de 2007. La edición de esta Llama doble fue a cargo de Seix Barral.

“…ver y creer. En la conjunción de estas dos palabras está el secreto de la poesía y sus testimonios” (p. 9).

“…la metáfora sexual, a través de sus infinitas variaciones, dice siempre reproducción; la metáfora erótica, indiferente a la perpetuación de la vida, pone entre paréntesis a la reproducción” (p. 11).

“El protagonista del acto erótico es el sexo o, más exactamente, los sexos. El plural es de rigor porque, incluso en los placeres llamados solitarios, el deseo sexual inventa siempre una pareja imaginaria… o muchas.

…Los animales se acoplan siempre de la misma manera, ; los hombres se miran en el espejo de la universal copulación animal; al imitarla, la transforman y transforman su propia sexualidad” (p.15).

“El sexo es subversivo: ignora las clases y las jerarquías, las artes y las ciencias, el día y la noche: duerme y sólo despierta para fornicar y volver a dormir. Nueva diferencia con el mundo animal: la especie humana padece una insaciable sed sexual y no conoce, como los otros animales, periodos de celo y periodos de reposo. O dicho de otro modo: el hombre es el único ser vivo que no dispone de una regulación fisológica y automática de su sexualidad” (p.16).

“El erotismo defiende a la sociedad de los asaltos de la sexualidad pero, asimismo, niega a la función reproductiva. Es el caprichoso servidor de la vida y de la muerte” (p.17).

“[la]… prescripción casi siempre tiene un fundamento moral, aunque a veces también acude a la autoridad de la ciencia y la higiene. El miedo a la enfermedad no es menos poderoso que el temor a la divinidad o que el respecto a la ley ética” (p.18).

Estas breves notas fueron seleccionadas del primer apartado de La llama doble, “Los reinos de Pan”… el resto, es para el lector.