jueves, noviembre 22, 2007

Adiós Victoriano o “lágrimas de cocodrilo”

(La “bola” y el XX. 8/15)

Por sus palabras es más fácil reconocerlos, aunque también por sus acciones… Victoriano Huerta ingresó a la carrera militar porque tenía una ventaja: sabía leer y escribir y un general de aquel entonces necesitaba de alguien alfabetizado. Fue alumno aventajado y un fiel servidor al régimen de Porfirio Díaz, como soldado fue cruel y ambicioso. Cuando el viejo Díaz abandona el país, Huerta lo escolta hasta el puerto de Veracruz (para despedirlo con honores) y regresa a la ciudad de México con la intención de presentar sus respetos al nuevo gobierno. Lo logra.

Ya con Madero como presidente, Victoriano Huerta sirvió a la causa y ganó los galones que lo confirmaban como general de división. Para el 9 febrero de 1913, cuando inicia la famosa Decena trágica (por los diez días que se cuentan de la sublevación a la toma del poder de Huerta; Madero y Pino Suárez fueron asesinados el día 22, cuando ya habían renunciado a sus puestos) Huerta ya comenzaba las negociaciones con Henry Lane Wilson, embajador de los Estados Unidos. Se cuenta que el general llegaba en estado de ebriedad al sitio de las reuniones, la pastelería El globo. Pero su verdad o leyenda alimentó que el general siempre andaba “entenebrecido” por las grandes cantidades de alcohol que solía ingerir, sobre todo, coñac.

Venustiano carranza se enfrentó a Huerta, quien no la tenía fácil. En abril de 1914 se registra la ocupación de tropas estadounidenses al puerto de Veracruz. El movimiento armado es implacable, avanza contra Huerta, quien renuncia en julio. Muere de cirrosis hepática el 13 de enero de 1916, en El Paso, Texas…. Vayamos a algunos fragmentos de su renuncia, como presidente de la república. Los corchetes son míos.

RENUNCIA DEL GENERAL VICTORIANO HUERTA COMO PRESIDENTE INTERINO DE LA REPUBLICA MEXICANA

CC. Diputados y Senadores:

…cuando tuve el honor, en este mismo recinto, de dirigirme a ustedes, en virtud de precepto constitucional, prometí hacer la paz a todo trance.

Han pasado diecisiete meses y, en ese corto período de tiempo, he formado un ejército para llevar a cabo mi solemne promesa.

Todos ustedes saben las inmensas dificultades con que ha tropezado el Gobierno con motivo de la escasez de recursos, así como la protección manifiesta y decidida que un Gran Poder de este Continente ha dado a los rebeldes. [Se refiere a que el gobierno de Estados Unidos desconoció su presidencia, cuando cambiaron al embajador Lane Wilson]

A mayor abundamiento, estando destruida la Revolución, puesto que están divididos, y aún siguen estándolo, los principales directores de ella, buscó el Poder a que me refiero un pretexto para terciar directamente en la contienda, y esto dio por resultado el atentado de Veracruz por la Armada americana.

Se consiguió, como ustedes saben, arreglar decorosamente por nuestros comisionados en Niágara Falls el fútil incidente de Tampico, y la Revolución queda en pie sostenida por quien todos sabemos.

Hay más: después de la labor altamente patriótica de nuestros representantes en Niágara Falls, hay quien diga que yo, a todo trance, busco mi personal interés y no el de la República; y como este dicho necesito destruirlo con hechos, hago formal renuncia de la Presidencia de la República.

Debe saber la Representación Nacional que la República, por conducto de su Gobierno, ha laborado con toda buena fe a la vez que con toda energía, puesto que ha conseguido acabar con un partido que se llama demócrata en los Estados Unidos, y ha enseñado a defender un derecho.

Para ser más explícito, diré a ustedes que la gestión del Gobierno de la República, durante su corta vida, ha dado golpes de muerte a un poder injusto. Vendrán más tarde obreros más robustos y con herramientas, que acabarán, a no dudarlo, con ese poder que tantos perjuicios y tantos atentados ha cometido en este Continente.

Para concluir, digo que dejo la Presidencia de la República llevándome la mayor de las riquezas humanas, pues declaro que he depositado en el Banco que se llama Conciencia Universal, la honra de un puritano, al que yo, como caballero, le exhorto a que me quite esa mi propiedad.

Dios los bendiga a ustedes y a mí también.

México, julio 15 de 1914.