Frente amplia, ojos saltones y cabello en retirada. De estructura ósea mediana y fornida. Las imágenes lo presentan como un tipo serio; las biografías juegan a las escaramuzas porque además de político hábil, era amante de la buena mesa. Nació en Jalapa en abril de 1823 y durante la intervención francesa y el Imperio, fue el hombre más cercano al presidente Benito Juárez.
Se trata de Sebastían Lerdo de Tejada, un hombre discutible, como todos los hombres; pero una pieza fundamental para comprender el establecimiento del Estado Nacional Mexicano. Pero como los políticos de hoy están muy ocupados, un servidor entró a un buscador de Internet y tras escribir el nombre del personaje, unas ciento trece mil entradas arrojaron datos generosos.
¿Quién fue el político y el hombre que mereció una estatua en la plaza central de la ciudad de Xalapa? Una fugaz información, es lo que viene…
En elbalero.gob.mx, se lee: “Entre los cargos más relevantes que ocupó se encuentran: magistrado del Tribunal Superior de Justicia, ministro de Relaciones Exteriores, presidente del Consejo de Ministros y de la Cámara. Durante el periodo de la Intervención Francesa y el Imperio, fue el hombre más cercano al Presidente Juárez. Al concluir el periodo de gobierno del presidente Juárez, en 187l, fue candidato a la Presidencia de la República.”
El sitio de encarta, refiere: “Durante su gobierno se inauguró el ferrocarril de México a Veracruz (enero de 1873) y se consumó la escisión del Partido Liberal al presentarse a la reelección por su partido, el Lerdista, en 1876. En vísperas de su toma de posesión, tuvo lugar el pronunciamiento de Porfirio Díaz (amparado en el Plan de Tuxtepec). Derrotado Lerdo en la batalla de Tecoac (16 de noviembre), partió al exilio en enero de 1877 y se instaló en Nueva York (Estados Unidos), donde residió hasta su muerte.”
En kalipedia.com, se reproduce un fragmento de Ana María Cortés. Es un retrato hablado: “Escrupulosamente pulcro, siempre con el cabello peinado hacia atrás embadurnado con laca o betún fino, cosa que lo hizo verse desde joven con la frente amplia, hasta que ésta le fue creciendo conforme se quedaba calvo. Quienes lo conocieron lo describían de piel blanca, con cara redonda, de quijada diminuta, nariz prominente en un rostro impecablemente rasurado y con sus cejas escasas. Al parecer lo más visible eran sus ojos saltones, oscuros y brillantes que denotaban la fuerza de su carácter. De estatura baja con piernas delgadas, pies cortos y manos pequeñas, las cuales movía con nerviosisimo mientras hablaba.”
Si los administradores públicos de la ciudad capital de Veracruz no se acercan a los libros, por lo menos que naveguen en la Internet. Leer ataja la barbarie.
Se trata de Sebastían Lerdo de Tejada, un hombre discutible, como todos los hombres; pero una pieza fundamental para comprender el establecimiento del Estado Nacional Mexicano. Pero como los políticos de hoy están muy ocupados, un servidor entró a un buscador de Internet y tras escribir el nombre del personaje, unas ciento trece mil entradas arrojaron datos generosos.
¿Quién fue el político y el hombre que mereció una estatua en la plaza central de la ciudad de Xalapa? Una fugaz información, es lo que viene…
En elbalero.gob.mx, se lee: “Entre los cargos más relevantes que ocupó se encuentran: magistrado del Tribunal Superior de Justicia, ministro de Relaciones Exteriores, presidente del Consejo de Ministros y de la Cámara. Durante el periodo de la Intervención Francesa y el Imperio, fue el hombre más cercano al Presidente Juárez. Al concluir el periodo de gobierno del presidente Juárez, en 187l, fue candidato a la Presidencia de la República.”
El sitio de encarta, refiere: “Durante su gobierno se inauguró el ferrocarril de México a Veracruz (enero de 1873) y se consumó la escisión del Partido Liberal al presentarse a la reelección por su partido, el Lerdista, en 1876. En vísperas de su toma de posesión, tuvo lugar el pronunciamiento de Porfirio Díaz (amparado en el Plan de Tuxtepec). Derrotado Lerdo en la batalla de Tecoac (16 de noviembre), partió al exilio en enero de 1877 y se instaló en Nueva York (Estados Unidos), donde residió hasta su muerte.”
En kalipedia.com, se reproduce un fragmento de Ana María Cortés. Es un retrato hablado: “Escrupulosamente pulcro, siempre con el cabello peinado hacia atrás embadurnado con laca o betún fino, cosa que lo hizo verse desde joven con la frente amplia, hasta que ésta le fue creciendo conforme se quedaba calvo. Quienes lo conocieron lo describían de piel blanca, con cara redonda, de quijada diminuta, nariz prominente en un rostro impecablemente rasurado y con sus cejas escasas. Al parecer lo más visible eran sus ojos saltones, oscuros y brillantes que denotaban la fuerza de su carácter. De estatura baja con piernas delgadas, pies cortos y manos pequeñas, las cuales movía con nerviosisimo mientras hablaba.”
Si los administradores públicos de la ciudad capital de Veracruz no se acercan a los libros, por lo menos que naveguen en la Internet. Leer ataja la barbarie.