miércoles, diciembre 17, 2008

Un zapato no es un misil



Una leyenda menciona que tras concluir la creación del mundo, Dios buscó el mejor lugar para contemplar las estrellas. Eligió Bagdad.

Dijeron que se trataba de: “un acto bárbaro e ignominioso” la agresión que sufrió George W. Bush en Bagdad, cuando el reportero Muntazer Zaidi le arrojó sus zapatos. Quizá las sociedades que por la distancia de las décadas o los siglos ya olvidamos el verdadero significado de una ocupación militar, de la humillación y los crímenes perpetrados en nombre de la civilización que supuestamente rescata, consideremos que el gesto de ese joven estaba falto de tacto.

Muntazer Zaidi está en la cárcel. Pero el violador del derecho internacional, el heraldo de la muerte, el alcohólico que jugó con el planeta como si fuera una pelota de fútbol, está sano y salvo.

Un zapato no es un misil y salvo las repercusiones mediáticas, poco o nada significa al comparar el hecho con los cinco años y medio que lleva la ocupación estadounidense de Irak. Pero las mentes tranquilas que juzgan a una sociedad como “la otra” dicen que en cualquiera de sus formas, la violencia es inadmisible.

Para los que hemos visto una y otra vez el filme “Las tortugas pueden volar”, comprendemos medianamente el drama de los agredidos y los desplazados. La barbarie no está en quien se descalza por cuenta y riesgo de que en ese momento podría ser un hombre muerto.

Hay rasguños que se inscriben en la memoria como un acto de valentía. El pueblo irakí se multiplicó en las calles, zapatos en mano, con las vidas rotas pero los rescoldos de su dignidad apenas sugerida.

Las autoridades de Irak han comunicado que el periodista puede enfrentar una sentencia por varios años de cárcel, por el hecho de insultar a un jefe de Estado que estaba de visita. El pueblo no piensa igual y apoya la frase de su héroe: “¡Esto es por las viudas, los huérfanos y todos los que han muerto en Irak!”

Juzgue si un acto de impotencia es un acto de barbarie. ¿Se puede cometer mayor atrocidad que aniquilar a un pueblo en el lugar que sea? A veces es mejor pensar que el joven Zaidi sólo quería recordar que de vez en cuando Dios desciende a Bagdad, sólo para contemplar las estrellas.