sábado, febrero 14, 2009

Basura elegante

Imagen del google


La venta de agua embotellada es un negocio floreciente en la gran industria porque se alude a la inquietud de la salud y por lo tanto, al bienestar personal del consumidor. Ya no basta tomar agua sino que es mejor la que está adicionada con vitaminas y minerales, elementos que el cuerpo pierde con su actividad diaria.

En las ciudades de toda la república brotan los manantiales urbanos. Me refiero a las tiendas que permanecen abiertas las veinticuatro horas y cuyo propósito es mantener hidratada a la población, obvio, a cambio del pago correspondiente. ¿Qué se vende en esos negocios? Principalmente bebidas que satisfacen a casi todos los gustos: alcohólicas, refrescos, zumos, infusiones, cafés y aguas mágicas (desde las que evitan la celulitis hasta las que nos adelgazan, casi sin darnos cuenta).

Pero esa moda acuática se alimenta del nuevo delirio que venden los publicistas, juventud a costa de lo que sea. La edad y la experiencia que conlleva, no funciona igual que un rostro lozano. La llave del éxito no es la capacidad intelectual o la práctica laboral sino la imagen que se proyecta al mundo. Y los sectores económicamente activos, de personas solas, son los que consumen aquellos productos que los asemejan a los modelos presentados por la publicidad.

Ese tropel de compra de ideales genera cantidades desmesuradas de basura. Los productos individuales o en pequeñas porciones requieren de empaques. Son barras energéticas, papas que no son papas, aguas milagrosas, caramelos que no engordan, refrescos con taurina, cigarrillos en menores dosis y el triunfo de cualquier envoltorio frente a una manzana o un par de naranjas: el imperio “Light”.

Saciados los ánimos y turbados los instintos, lo que queda en las cestas de oficinas y cafeterías rápidas es basura que no tiene utilidad posterior. Las botellas para líquidos son tan sofisticadas que no están fabricadas para reciclarlas, nadie las lleva a su casa por dos motivos, no sirven para gran cosa y no es “chic” reutilizar algo que está tan a la mano en el manantial de la esquina… pero generar esa basura no duele, pues se trata de cultivar el ego y de paso, el cuerpo.