Los románticos y los seguidores de leyendas sólo constatarán los datos que vienen… Se dice que cuando los maestros artesanos persas confeccionan un tapete, no observan adornos sino la representación de un jardín y dentro de ese rectángulo incluyen los cuatro puntos cardinales. Un tapete es un fragmento ideal del Paraíso extraviado… Los perfumeros de Grasse requieren mil pétalos de flor para lograr una gota de esencia que sirve para la base del mejor perfume, ese que luego se aplicará en los lóbulos, el cuello y los pechos de la amada. Una gota, por milimétrica que sea, recordará al fragmento de evocación milenaria que alguna vez fuimos parte del Paraíso extraviado.
Si se trata de leyendas, sólo cuesta repetir el conjuro de las palabras y comienza el hechizo. Los expertos en mercadotecnia lo saben: jugar con los instintos de anhelo deja buenas ganancias. Pero si explican con detalle que todo radica en sílabas bien acomodadas, lo mismo dará regalar una botella de agua de azahares que un frasco signado con la pompa de “eau du parfum”. Nuestro espíritu tan necesitado de cinismo llama a eso vender con arte o engañar con elegancia. Revise cualquier promoción del día de los enamorados y lo constatará enseguida.
Pero si hay crisis, ¿cómo se las ingenian los enamorados para regalarse cosas que simbolizan al amor? Es muy sencillo, porque si la intención es sana, la locura está a la vuelta de la esquina. En este país todo es posible gracias a las cómodas mensualidades que permiten que cualquiera demuestre su amor. Las tarifas varían según el obsequio.
Llega al colmo una cadena de farmacias que reparte entre su clientela una hoja volante con las promociones para este venidero 14 de febrero, día de san Valentín. Para el día de los novios ellas le pueden regalar a él una fina loción para caballero que de contado, significaría un desembolso de quinientos pesos. Pero los empresarios son bondadosos y saben que vale un comino enseñar leyendas extras a las de: “Págalo en dieciocho cómodas mensualidades de apenas 28 pesos”.
La oferta significa dos cosas. Una es que las chicas quedarán bien con sus respectivos galanes y no tienen que desfalcarse, aunque al otro día medio pueblo huela a lo mismo. Esa promoción va dirigida al sector femenino; ¿por qué siempre ellas? ¿Saben que ellos se conformarán con regalar una rosa envuelta en celofán y pagar las entradas al cine?
Pero la otra cara de la moneda es peligrosa, en dieciocho meses pueden ocurrir muchos acontecimientos. El menos grave es que la relación se termine antes de saldar la venidera deuda de 28 pesos mensuales. Entonces la chica acudirá a su cita con el abonero con una comprensible dosis de enfado. La otra es que de la noche romántica se produzca el esperado encuentro del que nueve meses más tarde nacerá un nene. Allí el peligro es que a la cita mensual de los 28 pesos acudan tres, uno en brazos y los otros dos, además de pagar esa bicoca, tengan que comprar pañales, leche en polvo, biberones, papillas enlatadas y talco para la piel lastimada.
Si los dueños de las farmacias fomentaran que los enamorados se dijeses leyendas, quizá también resultaría un nene o una nena, pero los incautos padres igual optarían por otro negocio en donde se pertrecharían de lo que hace falta al recién nacido.
Si se trata de leyendas, sólo cuesta repetir el conjuro de las palabras y comienza el hechizo. Los expertos en mercadotecnia lo saben: jugar con los instintos de anhelo deja buenas ganancias. Pero si explican con detalle que todo radica en sílabas bien acomodadas, lo mismo dará regalar una botella de agua de azahares que un frasco signado con la pompa de “eau du parfum”. Nuestro espíritu tan necesitado de cinismo llama a eso vender con arte o engañar con elegancia. Revise cualquier promoción del día de los enamorados y lo constatará enseguida.
Pero si hay crisis, ¿cómo se las ingenian los enamorados para regalarse cosas que simbolizan al amor? Es muy sencillo, porque si la intención es sana, la locura está a la vuelta de la esquina. En este país todo es posible gracias a las cómodas mensualidades que permiten que cualquiera demuestre su amor. Las tarifas varían según el obsequio.
Llega al colmo una cadena de farmacias que reparte entre su clientela una hoja volante con las promociones para este venidero 14 de febrero, día de san Valentín. Para el día de los novios ellas le pueden regalar a él una fina loción para caballero que de contado, significaría un desembolso de quinientos pesos. Pero los empresarios son bondadosos y saben que vale un comino enseñar leyendas extras a las de: “Págalo en dieciocho cómodas mensualidades de apenas 28 pesos”.
La oferta significa dos cosas. Una es que las chicas quedarán bien con sus respectivos galanes y no tienen que desfalcarse, aunque al otro día medio pueblo huela a lo mismo. Esa promoción va dirigida al sector femenino; ¿por qué siempre ellas? ¿Saben que ellos se conformarán con regalar una rosa envuelta en celofán y pagar las entradas al cine?
Pero la otra cara de la moneda es peligrosa, en dieciocho meses pueden ocurrir muchos acontecimientos. El menos grave es que la relación se termine antes de saldar la venidera deuda de 28 pesos mensuales. Entonces la chica acudirá a su cita con el abonero con una comprensible dosis de enfado. La otra es que de la noche romántica se produzca el esperado encuentro del que nueve meses más tarde nacerá un nene. Allí el peligro es que a la cita mensual de los 28 pesos acudan tres, uno en brazos y los otros dos, además de pagar esa bicoca, tengan que comprar pañales, leche en polvo, biberones, papillas enlatadas y talco para la piel lastimada.
Si los dueños de las farmacias fomentaran que los enamorados se dijeses leyendas, quizá también resultaría un nene o una nena, pero los incautos padres igual optarían por otro negocio en donde se pertrecharían de lo que hace falta al recién nacido.