miércoles, febrero 18, 2009

Otras lenguas en México


En pocos días, la Academia Veracruzana de Lenguas Indígenas comenzará a celebrar encuentros en los que debatirá su permanencia. Cuando leemos una noticia por el estilo, pensamos en antropólogos y lingüistas, pero no en usuarios que compran en el mercado, que asisten a la escuela, que son encarcelados y que a la hora de la sentencia no entienden nada, porque ignoran la lengua en que se les habla y juzga.

Mientras se está en la orilla donde convive la mayoría, las cosas se observan más simples.

Cualquier palabra es incluyente con aquellos usuarios que comparten el mismo código, es decir, con aquellos que con una expresión entienden lo mismo, pues salva o condena. Que se lo pregunten a los seguidores de Andrés Manuel López Obrador (Amlo) o a los cofrades que defienden la legitimidad de Felipe Calderón o los que simpatizan con causas ganadas y perdidas… antes que proyectos de acción, son palabras.

La palabra “fecal” aparece en el diccionario con un significado diferente al que atribuyen los seguidores de Amlo, pero a ellos no les hace falta que la pompa de la Real Academia de la Lengua les autorice a usarla, porque tampoco está mal empleada, ya que se formó con siglas iniciales, del nombre y primer apellido del presidente. “Fecal” tiene un significado de diccionario y otro popular contemporáneo. La libresca se refiere al excremento intestinal, la populosa al “espurio”, como dicen ellos. Son las curiosidades de nuestra lengua, de nuestro español de México.

Como el de “fecal” y su jugueteo verbal, podemos encontrar más ejemplos y casi disertarlos sin necesidad de diccionarios a la mano. En esa charla se puede incluir a un habitante del norte, a un capitalino y a un yucateco. Aún con los regionalismos, con más saliva invertida, terminaremos comprendiéndonos. Pero si barajamos las cartas con el tema de los indígenas, la palabra ya no comunica ni comparte y se convierte en un cerco que impide llegar a la comprensión del otro. En la mayoría de los casos, las lenguas indígenas de México son para los monolingües del castellano una mera asignatura sacada de museo, un divertimento de palabras exóticas y punto.

Lo que no advertimos que ante esa indiferencia hay seres humanos que tratan de hacer lo posible por vivir conforme su visión de ser y cohabitar en un universo que cuenta con un espacio cada vez más restringido. El que sean minoría no quiere decir que su capacidad es más pequeña. Si ellos fueran los dominantes, los monolingües usuarios del Castellano estaríamos en jaulas con rótulos que señalarían: economista, abogado, pintor, constructor y fantoche.