miércoles, febrero 18, 2009

Universidad o que se los lleven al baile

Foto: Harmida Rubio

La educación es un negocio redondo tanto para los inversionistas como para los funcionarios que están al frente de las instituciones. A la mayoría de los comerciantes que fundan “universidades privadas” les reditúan las ganancias gracias a: el servicio deficiente, las instalaciones que apenas cumplen con los requisitos básicos para funcionar como edificios escolares y a los salarios míseros que reparten entre su planta académica. Y obvio, gracias a las cuotas mensuales que pagan los alumnos.

Quienes asisten a las denominadas “universidades patito” o a los institutos milagrosos que prometen cambiar la vida de sus inquilinos en apenas dos años o los que de plano se conforman con las famosas academias “Vázquez”; en el fondo saben que asisten a un engaño. Y aunque lo pagan con menos gusto que sacrificio, piensan que su esfuerzo se verá recompensado con un empleo y pago dignos. La mentira se cuaja rápido: si en México no hay mercado laboral para los profesionistas egresados de instituciones serias, menos para aquellos que tuvieron el infortunio de comprar un título que no sirve para otra cosa que colgarlo en la pared de su casa.

Pero ellos pagaron y el que paga manda. Esos desafortunados alumnos cumplieron con su cuota mensual como lo hacen las personas que adquieren productos milagrosos que anuncian los programas nocturnos en la televisión abierta y la de paga.

El caso es diferente para quienes no tienen el dinero suficiente y se enganchan con el discurso oficial que repite que el Estado Mexicano está obligado a prestar servicios de educación para adultos. Existen los organismos públicos creados para atender la demanda de formación y educación continua de los adultos. Pero también entre los que tienen buenas intenciones están los funcionarios que prometen la Seca y la Meca a sus gobernadores. Esos, con tal de que su jefe se adorne con informar a la población que ellos hacen lo posible porque este sea un país tupido de licenciados, promueven fraudes.

Si no se vale jugar con el dinero de los incautos, menos aún con el tiempo y el esfuerzo de los adultos que dan lo mejor de sí para encontrar una mejor oportunidad en la vida laboral. El Instituto Veracruzano de Educación para los Adultos vuelve a estar en el entredicho, los egresados dicen que sus títulos no cuentan con la validez oficial. Hagamos un breve ensayo de memoria y recordemos, en lo que va de la actual administración estatal, ¿cuántas veces los funcionarios en materia educativa han puesto el dedo en la llaga o en la credibilidad de la población?