martes, marzo 10, 2009

Carnaval a deshoras


En la ciudad de Barranquilla, en Colombia, los ciudadanos disfrutan todos los preparativos de un año para culminar con la fiesta que distingue a esa región enclavada en el Caribe. Se trata del carnaval y es una de las razones por las que esta provincia colombiana ha recibido la atención de la UNESCO desde el momento en que adquirió la declaratoria como patrimonio de la humanidad. En apenas ocho días, la fiesta de Barranquilla acapara la atención de sus habitantes y las plumas más brillantes de Latinoamérica dedican metros de tinta para describir el portento de su fiesta.

No se trata de un carnaval como el de Venecia o el de Río de Janeiro, que reciben la atención de los grandes medios de información. Es sí, una fiesta de la carne para que luego vengan los cuarenta días de abstinencia. Es una reunión de la música caribeña en todas sus variantes, de las tentaciones sexuales bajo todas sus formas y antifaces… es regocijo y planes de un año que hilvanan con pasión las costuras de los disfraces. Años y tradición, alegría que desbordan los hijos de Barranquilla, porque hay reinas que representan la juventud y belleza, la infancia, la senectud, la fealdad y también el travestismo. En Barranquilla hay carnaval para todas las edades y bolsillos.

En la capital de Veracruz hay carnaval fuera de tiempo, porque la palabra designa precisamente a la fiesta que concluye el día en que inicia la Cuaresma. El calendario litúrgico inicia cuando se apagan las luces del fuego pagano y en lugar de coincidir con estas fechas, se levanta un templete, se juega con la cordura que queda en una ciudad y carros que no alegran marchan pesados y lentos sobre calles que apenas se dan abasto para los usuarios de siempre.

La existencia de carnavales vistosos como el de Río y Venecia o de uno esperado por sus pobladores como el de Barranquilla, nos ponen la muestra y la evidencia. ¿Cuándo se les ocurrió que una ciudad que apenas si puede lidiar con sus obras públicas, sea capaz de soportar el cierre de calles? Una ciudad con apenas catorce librerías establecidas y con 25 expendios de cerveza sólo en el área designada para su desfile de carnaval, se convertirá en la fiesta más pantagruélica, deslucida y falta de colores, porque la roña del tiempo y de la indiferencia carcomen hasta los matices más chillones.