miércoles, marzo 04, 2009

El caso Téllez se nos olvidará pronto o… hay empleos que se pierden y no duele


Luis Téllez tiene cincuenta y un años. No se trata del necesitado que va por la vida de trepador, consiguiendo las mejores oportunidades; él se las ha encontrado. De muy chamaco tuvo el privilegio de estudiar en buenas escuelas: el ITAM y el Instituto de Massachusetts; las de su educación, son oportunidades que tienen muy pocos mexicanos.

De muy joven se afilió al PRI porque en el México de aquel entonces sólo los que deseaban perder, estaban en las filas de otros partidos. Por eso, el muy abusado Téllez adquirió una habilidad sorprendente, digna de Pabellón Mexicano en Exposición Universal: dominó el arte de mecerse en hamaca con una copa de vino tinto servida al ras y sin regar una sola gota. Con metáforas de menos, el economista Luis Téllez probó las melcochas que daba el sistema a sus hombres más leales; léase coche y chófer a la puerta, aguinaldo y hasta bono de despensa.

¿De qué trabajaba Luis Téllez? Pues de funcionario, ¿de qué otra cosa trabajan los que a cada rato cambian de oficina? Algunas veces ha permanecido en el gobierno y otras en la iniciativa privada. Revisemos, desde el año de 1989, los puestos en el gobierno: Director de Planeación Hacendaria de la Secretaría de Hacienda (1989-1990); De 1990 a 1994 fue subsecretario de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidraúlicos. En 1994 fue coordinador de asesores del candidato a la presidencia Ernesto Zedillo. De 1994 a 1997 fue jefe de la Oficina de la Presidencia. De 1997 a 2000 fue titular de la Secretaría de Energía. De allí viene un receso para las arcas del pueblo y trabaja en la iniciativa privada, hasta que el 2006 es designado como titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Con esta información, ¿usted cree que a Luis Téllez le preocupa que recién perdió su empleo? Si fuera cualquiera de nosotros y pasado el medio siglo de edad, ¿quién nos iba a contratar de nuevo? A él le tocó bailar con la fea del trimestre 2009, pero nada más. Ni él ni su familia quedan en el desamparo y el presidente Calderón se quita el trompo que le bailaba en la uña.