Foto: Pablo Cambronero
Tenencia vehicular, un impuesto que se ha cobrado desde el año de 1962 y que se cancelaría hasta el año 2012. Surgió para financiar los juegos olímpicos del 68 y en lugar de sanseacabó, el gobierno federal se percató que se trataba de un magnífico negocio. Ahora dicen en la cámara baja que siempre esperarán a 2012 porque derogarlo en estos días, sería tomado como una acción populista.
El asunto del impuesto que grava el gobierno mexicano a los dueños de automóviles y al que se le llama “tenencia” es sin duda una de las mayores arbitrariedades para quienes ya invirtieron dinero en pagar su auto. El famoso impuesto se paga los diez primeros años de vida útil de la unidad. Además del desembolso hay que agregar que los dueños pagan el seguro y para no tentar a los ladrones, prefieren costear el precio diario del estacionamiento. Cuando se hacen las cuentas, en México ser amo y señor de un “patas de hule”, es un gasto excesivo por donde se vea.
Aún con todo… el cochecito nuevo es idea que vive entre ceja y ceja.
Culturalmente, tenemos un lastre con respecto al “cochecito”. Parte del ideario del mexicano promedio incluye la pertenencia de un auto como uno de los satisfactores en la vida. Poseer un automóvil, para todos los sectores sociales, es un símbolo de estatus; se trate de una carcacha o de un último modelo, deportivo y de lujo. Revise en la cinematografía y en las telenovelas la importancia social que se confiere al auto y verá que el mundo occidental y a la mexicana inocula el deseo y lo esconde de necesidad: “Tener coche no se trata de un lujo, es un medio para trasladarse”. Ahora bien, unos meses atrás, dígame si era tan imposible el sueño de sacar un automóvil nuevo, fiado, pero como decían en el programa Sábado Gigante: “Nuevo de paquete”.
Pero si en un país como el nuestro los servicios de transporte público fueran bien planeados y eficientes, los ciudadanos seríamos mayoría de “a pie” y dependeríamos de los horarios fijos de trenes suburbanos y de proximidades y autobuses urbanos. Pero en la era de Ford, se trata de no seguir a pata.
La cueva de Alí-Babá, apodada federación, ya inventará otra forma de ganar dinero fácil. Lo que ahora les preocupa es que la ciudadanía abre los ojos y se da cuenta que sin las arbitrariedades, a ellos les preocupa quedarse sin un quinto. ¿Quién mantiene a quién? ¿Quién paga los cortes americanos que engulle un rechoncho Casterns, los zapatos italianos del recién flamante asesor Téllez, las escoltas de los gobernadores de los Estados, las giras de trabajos de los alcaldes? Cuando se funda un circo y crecen los enanos, lo mejor es regresar su dinero a los que pagaron boletos y dedicarse a trabajar como usted, como yo… que también suden ellos.