miércoles, marzo 18, 2009

La incógnita petrolera



Los dimes y diretes desatados por la tan cacaraqueada nueva refinería de Petróleos Mexicanos y la indecisión federal de señalar dónde se ubicará, ponen en evidencia la debilidad del Estado Mexicano. El titubeo de la comisión de energía en el Senado que tenía que dar el banderazo para que el presidente de la República dijera qué lugar era el bueno sólo delata que en nuestro país los estudios serios y responsables pasan antes por el colador de la política.


Como si se tratara del concurso para señalar dónde se realizarían los Juegos Olímpicos, ayer por la tarde eran ocho los estados de la República los se disputaban el asentamiento de la refinería. Y como la tardanza en la decisión se prolonga más de lo normal, la lectura que merece el escenario se debe realizar más bien desde un derrotero de la grilla desatada por los gobernadores de los estados implicados que de aspectos meramente técnicos.

Ingenieros de suelos, economistas y ambientalistas no tocan un silbato en el concierto de las marrullerías. La salida va a ser netamente política y no se atenderá a los aspectos sociales y del entorno. Si lo vemos con la sabiduría popular, el asunto se parece a cuando algún conocido le aqueja una enfermedad: todos opinan y cada quien receta sus propias medicinas a pesar de que el apesadumbrado paciente está a punto de colgar los tenis. Si cuando el tinglado por la “Reforma energética” convocó a los especialistas, ¿por qué no actuar con la misma aparente transparencia en la asignación del sitio para la refinería?

La preferible rebatinga que se permite a los gobernadores también demuestra una presidencia testaruda y debilucha porque sabe que cualquier decisión afectará la preferencia electoral del siguiente relevo en la Cámara baja. Las nueces del presidente Calderón hacen poco ruido frente a las maracas de los caudillos estatales y sobre todo, cuando algunos de ellos están convencidos de que tienen la fuerza suficiente para contender por la elección presidencial de 2012.

Y mientras los gobernadores retan al presidente al mismo tiempo que le hacen piruetas, nosotros sólo podemos decir lo que la garza al zancudo, cuando éste la quería cargar sobre sus alas. Ella dijo: “Mira zancudo, no andes haciendo ni inventando leyes, no luego quieras buscar guayabas en los magueyes”.