sábado, marzo 07, 2009

Labios pintados, en México

Foto: Antona

En un país como el nuestro, desde que a mediados del siglo pasado Ismael Rodríguez filmara “Nosotros los pobres”, la diferencia entre blanco y negro, limpio y sucio, feo y bonito, quedó bien clara para las generaciones que se iban a educar con el cine de la mano. En un México que por entonces apenas se integraba al mundo contemporáneo, la sentencia latina de Séneca: “Nombre es destino”, estaba más que a la orden del día.

Una de las escenas del filme es bien clara con respecto a la mentalidad de la época. Pepe el Toro echa novio con la Chorreada y de buenas a primeras le echa un piropo a “la que se levanta tarde”. Cuando la chica que se supone le roba los suspiros le reclama al carpintero, él le responde: “Pues me gustan las mujeres, por eso soy machito, ¿no?” Y seguramente, cuando se estrenó, nadie en el auditorio pensó en la equidad de género. Mucho menos, que se ofendiera al que se consideraba sexo débil.

La diferencia entre la oportunidad de hombres y mujeres parecía abismal… pero cincuenta y tantos años no cambian del todo las cosas. En nuestro pestilente lago de agua blanca y negra, flotan los restos del naufragio. Entre maderos podridos y astillas, los recuerdos como cadáveres de aquellas que salieron a trabajar en las maquiladoras de Ciudad Juárez y no regresaron a casa. Las que respiraron por última vez en la improvisada sala de un quirófano que no existía. Las que arriesgan el sustento de sus hijos cuando sus pasos las llevan de la banqueta indiferente al cuartucho del motel. Y todas las que faltan…

El beso de aquellas mujeres con destino suicida, sin que ellas lo hayan escogido, no quedará impreso en nuestras mejillas, porque nos gustan los carmines de las guapas que hablan de la igualdad, con suspiros por Pepe el Toro o por Brad Pitt.

Feliz día de la mujer.