domingo, mayo 03, 2009

La influenza y el pinche Ícaro


Cuando se resquebraja el sistema político nacional, cuando pierden los orangutanes seleccionados en México para jugar fútbol, cuando el pan nuestro de cada día es señalar las estupideces que eructan algunas figuras públicas… entonces los cartuchos de tinta nos parecen limitados y en los periódicos y en los espacios de radio y televisión: todos opinamos. Los descarados nos deleitamos con escribir la palabra “pendejos” y los finos redactan “paradigma”.

Pero la contingencia –perdón por la primera palabreja dominguera- de la influenza nos agarró desprevenidos y no nos queda otra salida que intentar el capoteo del tema de moda. Fiebre porcina. Y ahora que leguleyos, escritores y periodistas desmenucen el asunto. Pues no es tan sencillito, el maldito “Google” sólo repite lo que ya dijeron los entendidos. Yo sólo podría remedar a quien fuera mi malogrado jefe editorial en una estación de radio y exclamar como él lo hacía al aire: “Qué feo, ¿no?”.

A ver. La fiebre porcina puso en vilo a las autoridades y a los ciudadanos nos llegó al agua a los talones: estamos en alerta. Punto. Pero el ejercicio de opinión nos quedó grande y en lo personal, pues fue un alivio que a las mesas de debate televisadas no acudieran los de siempre, los Aguilares Camines, los Krauzes, los Monsis, las Ponis y esa pléyade de humanistas que a veces nos parece que sólo hablan bonito y maman de lo más lindo de las ubres presupuestales.

Aunque debemos adelantar un apunte sobre las modas pasajeras. El silabario cubierto de azul no se veía muy bien que digamos. Uno, porque sonaba a epidemia y dos, porque las señoras y señoritas que lo emplearon para atajar sus lentes de sol, recordaban nuestro desinformado mexicanismo. Ahora, que si en lugar del trapito azul, senadores, diputados y funcionarios emplearan paliacates, nos sentiríamos más a gusto en este país de ladrones.

Quien por interés informativo ha seguido los análisis se llevó el chasco de la vida. Puros científicos que no saben dorarnos la píldora. Ninguno de los médicos, epidemiólogos o historiadores invitados relacionó los males sanitarios con las andanzas del Peje, con el luto de Fecal o con que en Veracruz, el gobernador Herrera Beltrán se disfrazara del santo y milagroso Niño Doctor de Tepeaca y se uniera a esa liga de la justicia que ya emprendió el gobierno federal.

Supongo, sin “cubrebocas” de por medio, que los partidos políticos le van a echar el ojo a los nuevos pregoneros de la salud en México. Al que habló más bonito le van a ofrecer su cu…rul. Y en lo que son peras o manzanas, le doy gracias a la vida que ni estornudé y de pasada, agradezco al Fecalito y a mi gober jarocho, porque gracias a su asueto-aguevo, me puse a mano con la novela El diluvio, de Le Clézio.