lunes, julio 06, 2009

Habemus previos. La resaca electoral tras un día de ley seca

Imagen del google

“En algún momento se conocía este secreto, que ahora,
sin embargo, se ha olvidado: el mundo está compuesto
por fragmentos que se desintegran, es un caos oscuro e
inconexo sólo sostenido por la escritura”
Imre Kertész —Liquidación—


Malos términos para ocultar las vergüenzas nacionales. Desde las primeras horas-día del domingo 5 de julio, los conductores de los programas televisados especiales sonrieron y decían a la cámara: “Ande usted, señora, vaya a votar y disfrute de esta fiesta nacional”. ¿Fiesta nacional? Jolgorio, mole y parranda en este país son la triada decembrina 12-24-31; el 15 de septiembre, el 10 de mayo y los aniversarios particulares. ¿”Fiesta nacional” el entramado al que por falta de política de altura todos prefieren apodarlo como “democracia” de vías un poco tortuosas?

Voto: nulo, blanco, duro, vendido, comprado, pensado, vilipendiado, amañado, castigado, hijueputa… Voto como el cada quien haya decido ayer, pero voto por el que los ciudadanos creímos que a los políticos se les quitaba el sueño y tenían que administrarse gotitas de Rivotril o de menos cortar una o dos piezas de floripondio para colocarlas debajo de la almohada o los más clásicos y atrevidos, darle un tirón al cigarrillo de marihuana con tal de ver el mundo electorero mexicano como si los ayudara la ilusión de un caleidoscopio.

Yo sólo pude observar campañas donde sudaban las chichas y chicos que trabajaron de repartidores de papelillos volantes, que emplearon sus dotes de acrobacia para treparse en zancos o que aprovechaban el alto del tráfico en un crucero para ir a plantarse frente a los conductores con mantas donde se leían los dones de un candidato.

A los candidatos los veíamos en desayunos de restaurantes finos, en ruedas de prensa, en comidas con representantes del sector empresarial. Los escuchábamos en los programas de radio, sobre todo en noticieros donde los dueños de la empresa se las arreglaron para venderles hasta por dos mil pesos un minuto de sus declaraciones, “al aire”. Los veíamos en la televisión y allí no podemos imaginar siquiera el costo de treinta segundos. Aunque deduzcamos: si Paty Chapoy y sus secuaces ganan tantos miles por decir barrabasadas minuto tras minutos, ¿por qué no dejar que con tal de aparecer en la pantalla chica, los candidatos se terminaran de gastar nuestro dinero?

Sólo cuando el dinero alcanzó para repartir cubetas, tortilleros, camisetas, gorras y pegantinas o enviar maquinaria para aplanar la terracería de las calles, sólo así el verdadero electorado conoció en carne y bulto a sus señores candidatos. Dicen que gratis hasta las patadas y sí, hubo codazos y rodillazos para conseguir despensas, láminas y favores. Y lo peor o lo mejor, es que engañan a la población de que ellos tomarán la chamba de “diputados” para gestionar favores.

No dicen que los señores diputados federales cuyo deporte favorito es provocar broncas en las sesiones legislativas, decidir qué parte de nuestras leyes se modernizan y gestionar, gestionar y gestionar. Ah, también gustan de formar comisiones especiales para investigar, investigar, investigar.

A los que elegimos en 2006 y que en unos días se comienzan a largar para buscar otros trabajos, fueron el fiasco. No se trató de los tipos excepcionales y que si llegaron ahí, la mayoría, fue motivada por la atracción o repulsión que la ciudadanía de sus sectores percibía sobre los partidos políticos y los candidatos a la presidencia. La LX legislatura que está por ser relevada en el palacio de San Lázaro, en la ciudad de México, no fue mejor ni peor hasta que los mexicanos entendamos por fin a qué se dedican de verdad los señores diputados… o en el mejor de los casos: ¿para qué sirve un diputado, además de ganar un sueldo nada despreciable?

Cada elección a diputados es “río revuelto”, el interés de los electores se centra en los candidatos que ejercen mayor atracción, sea: presidente de la República, gobernador del Estado o Alcaldes. Los que tendrán el encargo de legislar pasan a segundo plano en la hoguera de las vanidades y no porque se trate de personajes grises, sino porque la ciudadanía no está informada de sus labores. En 2007, un legislador de la cámara baja ganaba la bicoca de 148, 446 pesos al mes.

Vayamos a otro detalle. Cada vez que se inaugura una legislatura, algunos medios buscan que el público vea a los diputados como las personas más despistadas o incultas que existen; lo cual no dista mucho de la realidad. Pero si en lugar de hacerles preguntas como el nombre de los héroes de la Revolución Mexicana les cuestionaran si saben algo de las comisiones legislativas en las que van a participar, quizá podríamos sopesar con mayor detenimiento si hemos elegido bien.

¿Recuerda el escándalo de principios de junio de 2007? Del periódico El Universal, de lunes 11 de junio de 2007, cito: “En un año en la Cámara de Diputados se consumen 25 mil 680 refrescos de cola en lata, 26 mil 676 litros de leche, 7 mil 197 cajas de galletas y 17 mil 160 cajas de pañuelos desechables.” A cuenta del erario, por supuesto.

Dedujo una crédula: “¿Tantos pañuelos desechables? Se me hace que se limpian las nalgas con puros kleennex”.