miércoles, octubre 21, 2009

Diputados: lo dicen los que saben o los que se suponen que entienden

Pintura: Miguel Ruibal

Cuentan que en la vieja ciudad de Tirana, en los tiempos de dominación del imperio Bizantino, había un hombre al que sus vecinos daban por sabio porque él, mejor que ningún otro, tenía la capacidad para dirimir las querellas que se daban en los asuntos más cotidianos del vecindario. Un hombre robaba una gallina, la desplumaba y cuando los retazos de la carne estaban en el guiso o en el puchero, el agraviado corría a reclamar lo que era suyo.

Kastriot se llamaba el hombre sabio. Cuando le venían con la canción de una gallina robada, Kastriot acudía a la lógica, esa región que de repente, decía él mismo, se escapa al sentido común. Primero averiguaba el número de gallinas de las dos partes, las comparaba, pedía las señas del animal perdido y buscaba restos del ave en la casa del agraviado. “¿Cómo puedes ofenderme así si yo he acudido para que seas testigo de que me han robado?” preguntaba con iracundia el vecino afectado.

Del hombre al que llamamos Kastriot no tenemos muchas referencias directas, unos cronistas dicen que era viejo y otros lo apuntan como un hombre joven. ¿Qué era joven o viejo allá por el año 900 d.C. cuando brillaba el esplendor de la corte de Constantinopla, desde nos llegan esos cuentos de la lejana Tirana? No lo sabemos, era un hombre agraciado y estimado, era bueno según quienes convivieron con él. Sigamos…

Delante de todos los que gustaran ser testigos, Kastriot trataba al quejoso como si fuera culpable; mandaba que se removiera hasta el último de los cacharros de su casa con tal de encontrar las evidencias de la gallina robada. “Las plumas y las tripas no se guisan, las tripas las comen los perros, pero hay partes de la gallina, como la hiel, que no es gustosa para nadie y que en algún lugar debiste esconderla.” Esto enfadaba al ofendido por el robo, “¿Cómo puedes buscar tan tranquilo en mi casa si sabes que no encontrarás nada?”

Kastriot tomaba consejo al vecino ladrón. “Te inculpan y la lay te permite defenderte, si fueras el ofendido y quisieras acusar a este hombre, ¿dónde esconderías la hiel y las plumas?” El cuento es largo, Kastriot, por las las acusaciones del vecino ladrón, “Bajo un montón de tierra fresca, seguro que allí enterró las plumas y la hiel”, comienza a deducir el sitio exacto y tras haber revuelto la casa del ofendido, acude a la casa del verdadero ladrón y sin desordenar encuentra la evidencia.

Quizá una de las significaciones del cuento clásico del folclore albanés es que los ladrones son lo suficientemente valientes para defenderse ante los sabios pero sobre todo, ante sus detractores. En nuestra lógica, que aventaja por siglos a la de esa vieja Albania, si Kastriot contó las gallinas de los contendientes y en la casa del inculpado olía a puchero fresco, el culpable era uno y más que obvio. Además, ¿no hace una gallina ruido y aleteo cuando se le degüella? Vamos más lejos, si el “ofendido” quería ofender, ¿por qué no evitó que Kastriot averiguara y fue al corral de su vecino y se las cobró igual? Esta narración, insisto, ¿es una metáfora de la impartición de ley?

Los cronistas del imperio Bizantino no se tardan en conjeturas, la novela como tal habría de surgir siglos más tarde y muy lejos de Constantinopla. Kastriot no se consigna en los anales como un hombre sabio, es apenas un entendido de pueblo. Pero si tuviera la oportunidad de revolver una casa para deducir, habría que mostrarle los argumentos…

El Congreso federal aprueba el incremento del Impuesto al Valor Agregado. Los nuevos y flamantes diputados “traicionan” al pueblo de México, el grueso de pueblo no entiende de traiciones sino de cargas impositivas, para él, el pueblo tiene el deber casi patriótico de soportar y los políticos se glosan en una frase de ferrocarrilero: “Unos hijos de la grandísima pucta.”

Las reacciones en el Congreso local fueron inmediatas, pongámosle a un imaginario Kastriot sólo dos muestras, ¿qué dijo y quién lo dijo?

Manuel Bernal, perredista: “Sigue siendo un aumento y estando el país como está, es lesivo para la economía, se sobreviene una oleada de crisis más aguda y problemas de delincuencia más fuertes, pues cuando se le gravan más impuestos al pueblo, crecen los problemas sociales.”

Hugo Vázquez Zárate, priísta: “Que se tenga que recurrir a impactar a la sociedad a través de estos impuestos, no creo que sea la mejor salida, sin embargo, es la reflexión que se tiene entre la mayoría de los diputados y es preferible a aumentar un nuevo impuesto, pero es sin duda el reflejo a una mala interpretación.”

Tito Delfín Cano, panista: “De algún lado el gobierno federal deberá sacar los 400 millones de pesos que necesita para abastecer hospitales de medicamentos y ayudar al sector más pobre de la población con apoyos sustanciales.”

Andrés Gómez Ojeda, coordinador distrital del partido del Trabajo en Córdoba: “Al igual que Felipe Calderón Hinojosa que prometió en campaña no aumentar impuestos y no afectar a las pequeñas y medianas empresas; hoy los diputados del PRI y del PAN, hacen lo mismo, han pisoteado su palabra a sus representados. Con una actitud entreguista, sin ninguna sensibilidad los diputados de estas dos fracciones hicieron valer su mayoría por encima de los intereses de millones de mexicanos.”