domingo, octubre 17, 2010

Historia del taxi rosado

Foto: Omar Piña

El trayecto es del sur hacia la zona vieja. Y como en cualquier domingo, el tráfico es más lento o amable, según el humor. Pero Alberto va un poco avergonzado, aunque una sonrisa se le dibuja en el rostro por cada esquina donde tiene que bajar la velocidad y se percata que las personas lo miran. Niños, mujeres embarazadas y bulímicas, ancianos, hombres solos o mandilones… los que han visto circular el coche de alquiler de color rosado, sabrán que también los viajeros son parte de la curiosidad ajena.

Un taxi rosado. ¿A quién se le iba a ocurrir? Pues a los que gustan de jugar a los niños y a las niñas, como en la noción de mexicanidad del siglo pasado: los de azul son niños y rosado es para niñas. Pues lo del taxi es más a menos así. Según me explicó Alberto: “Mi hermana fue la que recibió el taxi y eso le dijeron, que lo tenía que pintar de tonos rosados, para que se supiera que le pertenece a una mujer o algo así, pero el domingo no lo trabaja, yo le echo una mano”.

El número es de cuatro dígitos… cinco mil seiscientos y fracciones, pero la diferencia estriba en que de los tantos miles de taxis que hay en la capital veracruzana, rojos, obvio… nomás hay dos pintados en tonos de rosa. El que conduce Alberto, se trata de la segunda unidad. Su hermana está orgullosa, pues consiguió las ansiadas placas, pero el chofer de los domingos está un poco aturdido. “Sí, mis amigos se pitorrean todo el tiempo, me dicen que para manejar contento me ponga falda y aretes, cosas por el estilo y yo pues los mando a volar… al principio les daba mucha risa, pero al menos yo ya me estoy acostumbrando a las burlas”.

La mañana es nublada, pero el conductor va pertrechado de las miradas condescendientes. Antes del cristal de su ventanilla, una malla de color negro lo ataja de la resolana, pero dice: “Es que parece que lo miran a uno con risa y hasta como con pena, como diciendo: ‘pues ya ni modo, te tocó de este color”. Y aunque dice que eso no le inquieta, acepta que a veces la insistencia de las miradas lo pone un poco nervioso. Aunque ya encontró al lado más amable, dice que las mujeres guapas le sonríen a menudo… ¿Será que nadie olvida su barbi?

El color es lo de menos cuando llega la hora de cerrar la caja y hacer las cuentas. Pero el incremento de taxis, sean rosados o amarillos o rojos, calientan la atmósfera, provocan depreciación del servicio y se añaden como un problema que afecta el uso de los espacios públicos de la ciudad. No queda fuera otro lío: la extorsión a los conductores. “Un compañero no gana los cinco mil pesos que cuesta una multa de Tránsito, si acaso va uno sacando cien o ciento cincuenta pesos al día”, dijo uno de los integrantes del Sindicato Demócrata de Taxistas de Xalapa. La pregunta que se le formulaba era si acusaban a los agentes de tránsito sobre la práctica de la extorsión.

Aquello fue en julio pasado. Los integrantes del sindicado pedían que los legisladores revisaran a fondo el asunto de las multas. Los costos altos fomentan que los agentes salgan con la mano untada: “Haga las cuentas, aunque hacen descuento de la mitad ¿cree que alguien en su sano juicio va ir a pagar una multa que equivale a un mes de trabajo? Y allí mismo, el secretario general pedía al gobernador Herrera Beltrán que detuviera la entrega de concesiones de placas. Víctor Manuel Conde aclaraba que el usuario es quien recibía maltratos y era víctima de abusos.

Eso ya carece de novedad, lo actual, lo de hoy, son los taxis rosados y no se trata de intoxicación… pronto, también veremos elefantes rosas y cocodrilos y hasta dinosaurios… se van cincuenta pero llegan otros a ocupar su curul.