viernes, febrero 01, 2008

La muerte pisa el Evea


Uno de los empleados del departamento jurídico de la secretaría de Eventos Verídicos de Educación para los Adultos (Evea) fue el encargado de ofrecer declaraciones a los reporteros, que dadas las dimensiones del escándalo, parecía no conformarse con la rutinaria emisión de los boletines informativos. La sala de juntas de aquel sitio estaba a reventar y cuando el funcionario golpeó el capuchón del micrófono con la punta de su índice, el silencio fue inmediato.

—Señores de la prensa, sólo vengo a reiterarles que las declaraciones del señor Secretario están incluidas en el comunicado de esta mañana— los abucheos de los reporteros, la molesta luz de los flashes, las manos extendidas con las grabadoras funcionando y el timbre de los teléfonos celulares le provocaron un pronunciado ataque de flujo gástrico que le obligó a descomponer el rostro.

—¿Y el secretario se deslinda del caso?

—El señor Secretario— así sonaba en su voz “Secretario,” con mayúsculas— ha declarado para la averiguación ministerial, pero nada tiene que ver con el suicidio de los muchachos.

—Pero ustedes fueron los que les dijeron la negativa que provocó eso— terció una tímida reportera.

Acostumbrado al ejercicio del despotismo, el funcionario la miró de arriba abajo y la chica cruzó los brazos cuando se percató que la mirada socarrona del tipo se había quedado prendada justo donde sus pezones se rebelaban de la tiranía del sostén. —Mire usted— le dijo con autosuficientes meneos de cabeza, —el señor Secretario no puede responsabilizarse por la salud mental de unos chicos que construyeron castillos en el aire. Yo la invito a que investigue el caso o sea cuidadosa en la manera de formular sus preguntas.


PROMESAS SERÁN MAÑANA

Se presentó en el acceso principal del restaurante BajaCalifornia. Una mujer ataviada con traje folclórico le preguntó si esperaría a otro comensal o si prefería que le asignaran mesa, pero que a esa hora sólo tenía lugares disponibles en el área para fumadores. Estaba a punto de antojarse por un café cuando su teléfono parpadeó: “Bueno... sí, ya estoy aquí... a okey, en la mesa del fondo... sí, ya los vi”.

Luego de las presentaciones rigurosas, de comentar sobre el tráfico y ordenar un gin-tonic con poco hielo, los dos hombres trajeados comenzaron a barbechar la plática. La noticia que daban por la televisión fue el avance perfecto, el regente se regodeaba con un discurso sobre la importancia de buscar incentivos para la juventud y anunciaba que su gobierno se encargaría de aplicar nuevas medidas que fomentarían el estudio, la capacitación y el empleo. Los tres callaron hasta que el conductor del telenoticiero comenzó a entrevistar a una monja que sostenía un hogar de caridad.

—Lo que son las casualidades, ¿se da cuenta de qué forma nos preocupa la educación?

El “nos” le pareció más remarcado, como obligado a participarle también que dentro de muy poco aquel problema se convertiría en suyo. El otro agregó que si estaban reunidos allí era por varias razones. La primera era que buscaban a personas de excelencia, preferentemente formadas en el extranjero y que dominaran al menos dos idiomas, porque se trataba de añadir bombo y postín al proyecto. La segunda era por cierta recomendación o mejor dicho por el espejismo que se ofrece cuando se le dice al incauto que sólo él puede ser elegido, que la decisión fue difícil, que analizaron tantas posibilidades como desempleados hay y que no hay vuelta de hoja: usted nos interesa, su trayectoria habla por sí misma. Engordado un poco el ego, lo siguiente ya era meterse de lleno a conocer el proyecto.

—Usted sabe que el Regente quiere propagar la educación, fomentar la enseñanza. ¿Pero qué le voy a decir yo si lo acabamos de escuchar en la tele?

Los pocos hielos del gin-tonic hacía rato que se habían derretido y la bebida tenía un sabor muy parecida al jarabe. Quizá por eso la explicación no le pareció tan amarga: buscaban a profesionistas jóvenes con posibilidades de liderar, de promover y dirigir las carreras universitarias que demandan las nuevas generaciones. Lo que no quedaba muy claro en su caso, porque una licenciatura en “Comunicación, Multimedia y Cinematografía” no se trataba de algo novedoso y en la ciudad no eran pocas las instituciones privadas que ofrecían egresar a su clientela bajo el apodo de Licenciado en Comunicación, Multimedia y Mercadotecnia. El tipo más delgado aclaró que la idea que ellos proponían era precisamente el éxito de la empresa, porque al mote completo se le añadía el de “Cinematografía”.

No se trataba de una broma. Los tipos hablaban con absoluta seriedad o al menos así lo decían. Una licenciatura con esas características requería de un batallón de buenos profesores, un plan de estudios que compitiera con los más avanzados de América Latina y unas instalaciones dignas. ¿Quién decía que había decido regresar al país del atraso? Sí, la corrupción, el ambiente de inseguridad, los bajos salarios, el dominio del narcotráfico... todos los males podían dulcificarse si a cambio existía la oportunidad de compartir los conocimientos y educar a los otros, a los más jóvenes, porque creía en algo: la juventud es generosa.

—Usted comprenderá que el proyecto le interesa mucho al señor Secretario y que todo queda en sus manos, porque una oportunidad así ni siquiera debe pensarse.

Pensar, sí, hay que pensarlo. Razonar, sí, hay que invocar la sagacidad y despertar a la intuición. ¿Cómo preguntar por los cálculos de un salario cuando apenas se habla de posibles? ¿Cómo hacerlo sin que parezca urgente o a la duda se le confunda con mezquindad? Recursos, allí está la palabra exacta.

—De eso también queremos hablarle. ¿Tiene idea de la cantidad de proyectos que llegan cada día a la mesa del señor Secretario? Su trabajo no es tan simple, ¿qué trabajo lo es? ¿Estará de acuerdo?

Okey, pero me gustaría saber las condiciones.

El más experimentado apagó su cigarrillo y mientras frotaba sus manos comenzó a explicar que ninguna gran empresa era sencilla. El trabajo consistía en trazar el plan de estudios y después elaborar el contenido de cada materia, “una responsabilidad muy intelectual, pero necesaria”, dijo con cierto fastidio. Luego buscar a la planta de profesores, de preferencia, formada por profesionistas con grado académico. Luego de comunicarles que impartirían sus clases sólo los días sábados, convencerlos de que el Estado los necesitaba y por ello debían aceptar la paga de cien pesos por clase. Luego elaborar publicidad y aprovechar los contactos y amistades para “hacer el más ruido posible”. Luego comenzar la campaña de inscripciones. Luego buscar el edificio donde se impartiría la tan necesaria Licenciatura en Comunicación, Multimedia y Cinematografía... luego asegurar una matrícula de al menos cuarenta y cinco alumnos... Luego mantenerla y ser provisorios para la segunda generación y por los meses de los meses, los engañados de los engañados, los tontos de los tontos y amén.

—Cinco mil pesos mensuales no le deben parecer una cifra razonable si tomamos en cuenta que nuestra competencia, la Universidad Jarocha paga a sus coordinadores de carrera los cuarenta mil pesos mensuales — dijo el hombre delgado.

—No entiendo, ¿cinco mil pesos mensuales?

—Tome en cuenta que no es la única carrera que pensamos abrir, a usted le confiaremos Comunicación, Multimedia y Cinematografía; pero también arrancaremos con Diseño computacional, Administración y Ventas “on line”, con Educación del Siglo XXI y Tutorías Especializadas, con Procesos de Adecuación de Páginas Personalizadas Virtuales, con Administración del Tiempo Libre. Las carreras del siglo veintiuno. Usted apóyenos que el tiempo es sabio y lo dirá todo.

Las licenciaturas estarían avaladas por el Evea y se pondrían en marcha tan pronto el señor Secretario diera su autorización. El sueldo comenzaba cumplidos los primeros treinta días a partir del primer día de clases. Las instalaciones donde se impartieran las actividades académicas tenían que “conseguirse” mediante convenios. El Estado necesita el apoyo de todos, el país requiere de muchos profesionistas, los profesionistas deben fomentarse y crear sus fuentes de empleo... El señor Secretario estaba seguro de la viabilidad de su proyecto... el señor Secretario no pierde las esperanzas de que el gran timo educativo lo catapulte a conseguir la candidatura para contender por la Regencia... el señor Secretario le ruega a usted sirva a respondernos en no más de tres días... el señor Secretario no duda que su cargo de segunda se convierta en uno de primera... el señor Secretario gusta de recordar sus tiempos como Alcalde... el señor Secretario tiene de educador lo que un experto en Biología Molecular tiene de creyente en Dios.



HOY DIJO EL PERIÓDICO

Cuatro años y medio se cumplían de aquella olvidada y fallida entrevista. Vino a su memoria porque el caso de los chicos suicidas cimbró las conciencias y abrió una línea de fuego que estaba a punto de incendiar la Evea, secretaría de Eventos Verídicos de Educación para los Adultos.

Tres jóvenes que no pasaban de los veintidós años atentaron contra su vida tras enterarse que la licenciatura que habían cursado no tenía validez oficial o al menos no aparecía en el Registro de Profesiones que controlaba la Federación. El drama se suscitó porque una prestigiosa universidad de los Estados Unidos había aceptado a los chicos en una promoción al doctorado en Artes Visuales, pero cuando ellos mandaron sus documentos, la institución los rechazó de inmediato.

Ella se interesó en el caso porque recién la habían ascendido como jefa editorial de información de estados de la república; tenía por delante un caso de factor humano y una posible red de corruptelas. La corresponsal de Jalapa la tenía al tanto de lo que sucedía y cuando hablaron por teléfono la chica se había quejado: “Traté de preguntarle pero el tipo me cohibió, se me quedó mirando a los senos.”

Okey, tú averigua bien los datos de los muchachos y mantenme informada— tras colgar, sumergió una bolsita de té en el agua caliente que tenía la taza y recordó que alguien, ¿un reportero?, ¿un editor?, ¿un articulista? Alguien le había comentado que aquello de las licenciaturas se haría, con o sin ella: “Porque el hambre es muy cabrona y van a encontrarse a quien lo haga por cinco mil pesos mensuales, ya verás”.